martes, 20 de enero de 2015

Cap.6 UCDM - LAS LECCIONES DEL AMOR

Capítulo 6

LAS LECCIONES DEL AMOR

Introducción
1. La relación que existe entre la ira y el ataque es obvia, pero la relación que existe entre la ira y el miedo no es siempre tan evi­dente. 2La ira siempre entraña la proyección de la separación, lo cual tenemos que aceptar, en última instancia, como nuestra pro­pia responsabilidad, en vez de culpar a otros por ello. 3No te puedes enfadar a no ser que creas que has sido atacado, que está justificado contraatacar y que no eres responsable de ello en absoluto. 4Dadas estas tres premisas completamente irracionales, se tiene que llegar a la conclusión, igualmente irracional, de que un hermano merece ataque en vez de amor. 5¿Qué se puede espe­rar de premisas dementes; sino conclusiones dementes? 6La manera de desvanecer una conclusión demente es analizando la cordura de las premisas sobre las que descansa. 7Tú no puedes ser atacado, el ataque no tiene justificación y tú eres responsable de lo que crees.


2. Se te ha pedido que me tomes como modelo para tu aprendi­zaje, ya que un ejemplo extremo es un recurso de aprendizaje sumamente útil. 2Todo el mundo enseña, y enseña continuamente. 3Asumes inevitablemente esta responsabilidad en el momento en que aceptas cualquier premisa, y nadie puede organizar su vida sin un sistema de creencias. 4Una vez que has desarrollado un sistema de pensamiento, sea cual fuere su clase, riges tu vida de acuerdo con él y lo enseñas. 5Tu capacidad para ser fiel a un sistema de pensamiento podrá estar mal situada, pero aun así es una forma de fe y se puede canalizar en otra dirección.

I. El mensaje de la crucifixión

1.         Para los efectos del aprendizaje, examinemos de nuevo la cruci­fixión. 2No hice hincapié en ella anteriormente debido a las temi­bles connotaciones que quizá tengas asociadas con ella. 3Lo único que se ha subrayado hasta ahora es que no fue una forma de castigo. 4No obstante, no se puede explicar nada utilizando exclu­sivamente términos negativos. 5Existe una interpretación cons­tructiva de la crucifixión que está totalmente desprovista de miedo y que, por lo tanto, si se entiende debidamente, es total­mente benévola en cuanto a lo que enseña.
2. La crucifixión no es más que un ejemplo extremo. 2Su valor, al igual que el valor de cualquier otro recurso de enseñanza, reside únicamente en la clase de aprendizaje que facilitar 3Se puede entender -y se ha entendido- incorrectamente. 4Ello se debe úni­camente al hecho de que los temerosos tienden a percibir con miedo. 5Ya te dije que siempre puedes recurrir a mí para compar­tir mi decisión, y de ese modo hacerla más firme. 6Te dije también que la crucifixión fue la última jornada inútil que la Filiación tuvo que emprender, y que para todo aquel que la entienda representa la manera de liberarse del miedo. 7Aunque antes sólo hice hinca­pié en la resurrección, no aclaré entonces el propósito de la cruci­fixión y la manera en que ésta, de hecho, condujo a la resurrec­ción. 8Ese propósito, no obstante, tiene una aportación muy concreta que hacer. a tu propia vida, y si lo examinas sin miedo, te ayudará a comprender tu propio papel como maestro.
3. Es probable que hayas estado reaccionando durante muchos años como si te estuviesen crucificando. 2Ésta es una marcada tendencia de los que creen estar separados, que siempre se nie­gan a examinar lo que se han hecho a sí mismos. 3La proyección implica ira, la ira alienta la agresión y la agresión fomenta el miedo. 4El verdadero significado de la crucifixión radica en la aparente intensidad de la agresión cometida por algunos de los Hijos de Dios contra otro. 5Esto, por supuesto, es imposible, y se tiene que entender cabalmente que es imposible. 6De lo contrario, yo no puedo servir de modelo para el aprendizaje.
4. En última instancia, sólo el cuerpo puede ser agredido. 2No cabe duda de que un cuerpo puede agredir a otro, y puede incluso destruirlo. 3Sin embargo, si la destrucción en sí es imposi­ble, cualquier cosa que pueda ser destruida no es real. 4Su des­trucción, por lo tanto, no justifica tu ira. 5En la medida en que creas que la justifica, estarás aceptando premisas falsas y enseñán­doselas a otros. 6El mensaje de la crucifixión fue precisamente enseñar que no es necesario percibir ninguna forma de ataque en la persecución, pues no puedes ser perseguido. 7Si reaccionas con ira, tienes que estar equiparándote con lo destructible, y, por lo tanto, viéndote a ti mismo de forma demente.
5.         He dejado perfectamente claro que soy como tú y que tú eres como yo, pero nuestra igualdad fundamental sólo puede demos­trarse mediante una decisión conjunta. 2Eres libre, si así lo eliges, de percibirte a ti mismo como si te estuvieran persiguiendo. 3Mas cuando eliges reaccionar de esa manera, deberías recordar que yo fui perseguido de acuerdo con el pensar del mundo, y que no compartí esa interpretación. 4Y puesto que no la compartí, no la reforcé. 5Ofrecí, consecuentemente, una interpretación diferente del ataque, que deseo compartir contigo. 6Si la crees, me ayuda­rás a enseñarla.
6. Como ya dije anteriormente: "Lo que enseñes es lo que apren­derás". 2Si reaccionas como si te estuvieran persiguiendo, estarás enseñando persecución. 3No es ésta la lección que el Hijo de Dios debe enseñar si es que ha de alcanzar su propia salvación. 4Enseña más bien tu perfecta inmunidad, que es la verdad acerca de ti, y date cuenta de que no puede ser atacada. 5No trates de protegerla, pues, de lo contrario, creerás que es susceptible de ser atacada. 6No se te pide ser crucificado, lo cual fue parte de lo que yo aporté como maestro. 7Se te pide únicamente que sigas mi ejemplo cuando te asalten tentaciones mucho menos extremas de percibir falsamente, y que no las aceptes como falsas justificacio­nes para desatar tu ira. 8No puede haber justificación para lo injustificable. 9No creas que la hay, ni enseñes que la hay. 10Recuerda siempre que enseñas lo que crees. 11Cree lo mismo que yo, y llegaremos a ser maestros de igual calibre.
7. Tu resurrección es tu redespertar. 2Yo soy el modelo del renaci­miento, pero el renacimiento en sí no es más que el despuntar en la mente de lo que ya se encuentra en ella. 3Dios Mismo lo puso allí, y, por lo tanto, es cierto para siempre. 4Yo creí en ello, y, por consiguiente, lo acepté como la verdad. 5Ayúdame a enseñárselo a nuestros hermanos en nombre del Reino de Dios, pero cree pri­mero que es verdad, pues, de lo contrario, enseñarás mal. 6Mis hermanos se quedaron dormidos durante la supuesta "agonía del huerto", pero yo no pude haberme indignado con ellos porque sabía que no podía ser abandonado.
8. Lamento cuando mis hermanos no comparten mi decisión de oír solamente una Voz, pues eso los debilita como maestros y como alumnos. 2Con todo, sé que no pueden realmente traicio­narse a sí mismos ni traicionarme a mí, y que sobre ellos es donde todavía tengo que edificar mi iglesia. 3No hay ninguna otra alter­nativa al respecto porque únicamente tú puedes ser la roca de la iglesia de Dios. 4Állí donde hay un altar hay una iglesia, y la pre­sencia del altar es lo que hace que la iglesia sea santa. 5La iglesia que no inspira amor, tiene un altar oculto que no está sirviendo al propósito para el que Dios lo destinó. 6Tengo que edificar Su igle­sia sobre ti porque quienes me aceptan como modelo son literal­mente mis discípulos. 7Los discípulos son seguidores, y  si el modelo que siguen ha elegido evitarles dolor en relación con todo, serían ciertamente insensatos si no lo siguiesen.
9. Elegí, por tu bien y por el mío, demostrar que el ataque más atroz, a juicio del ego, es irrelevante. 2Tal como el mundo juzga estas cosas, mas no como Dios sabe que son, fui traicionado, aban­donado, golpeado, atormentado y, finalmente, asesinado. 3Está claro que ello se debió únicamente a las proyecciones de otros sobre mí, ya que yo no le había hecho daño a nadie y había curado a muchos.
10. Seguimos gozando de perfecta igualdad como alumnos, aun­que no es necesario que tengamos las mismas experiencias. 2El Espíritu Santo se regocija cuando puedes aprender de las mías y valerte de ellas para volver a despertar. 3Ése es su único propó­sito y ésa es la única manera en que yo puedo ser percibido como el camino, la verdad y la vida. 4Oír una sola voz nunca implica sacrificio. 4Por el contrario, si eres capaz de oír al Espíritu Santo en otros, puedes aprender de sus experiencias y beneficiarte de ellas sin tener que experimentarlas directamente tú mismo. 6Eso se debe a que el Espíritu Santo es uno, y todo aquel que le escucha es conducido inevitablemente a demostrar Su camino para todos.
11. Nadie te está persiguiendo, del mismo modo en que nadie me persiguió a mí. 2No se te pide que repitas mis experiencias, pues el Espíritu Santo, a Quien compartimos, hace que eso sea innecesa­rio. 3Para valerte de mis experiencias de manera constructiva, no obstante, tienes aún que seguir mi ejemplo con respecto a cómo percibirlas. 4Mis hermanos, que son también tus hermanos, están constantemente justificando lo injustificable. 5La única lección que tengo que enseñar, puesto que la aprendí, es que ninguna percep­ción que esté en desacuerdo con el juicio del Espíritu Santo está jamás justificada. 6Mi función consistió en mostrar que esto es ver­dad en un caso extremo, simplemente para que pudiese servir como un instrumento de enseñanza ejemplar para aquellos que, en situaciones no tan extremas, sienten la tentación de abandonarse a la ira y al ataque. 7Mi voluntad, junto con la de Dios, es que ninguno de Sus Hijos sufra.
12.       La crucifixión no puede ser compartida porque es el símbolo de la proyección, pero la resurrección es el símbolo del compar­tir, ya que para que la Filiación pueda conocer su plenitud, es necesario que cada uno de los Hijos de Dios experimente un re­despertar. 2Sólo esto es conocimiento.
13.       El mensaje de la crucifixión es inequívoco:

2Enseña solamente amor, pues eso es lo que eres.

14.  Si interpretas la crucifixión de cualquier otra forma, la estarás usando como un arma de ataque en vez de como la llamada a la paz para la que se concibió. 2Con frecuencia, los Apóstoles la interpretaron erróneamente, por la misma razón que otros lo hacen. 3Su propio amor imperfecto les hizo ser vulnerables a la proyección, y, como resultado de su propio miedo, hablaron de la "ira de Dios" .como el arma de represalia de Éste. 4No pudieron hablar de la crucifixión enteramente sin ira porque sus propios sentimientos de culpabilidad habían hecho que se sintiesen indig­nados.
15. Éstos son algunos de los ejemplos de pensamiento tergiver­sado del Nuevo Testamento, si bien su evangelio es, en realidad, únicamente el mensaje del amor. 2Si los Apóstoles no se hubieran sentido culpables, nunca me habrían podido atribuir expresiones tales como: "No he venido a sembrar paz, sino espadas". 3Esto está en clara oposición a todas mis enseñanzas. 4De haberme entendido realmente, no podrían haber descrito tampoco mi reacción a Judas como lo hicieron. 5Yo no pude haber dicho: "¿Traicionas al Hijo del Hombre con un beso?" a no ser que hubiese creído en la traición. 6El mensaje de la crucifixión fue precisamente que yo no creía en la traición. 7El "castigo" que se dijo infligí a Judas fue un error similar. 8Judas era mi hermano y un Hijo de Dios, tan miembro de la Filiación como yo. 9¿Cómo iba a condenarlo cuando estaba listo para probar que condenar es imposible?
16.       Cuando leas las enseñanzas de los Apóstoles, recuerda que les dije que había muchas cosas que ellos no entenderían hasta más tarde porque en aquel entonces aún no estaban completamente listos para seguirme. 2No quiero que dejes que se infiltre ningún vestigio de miedo en el sistema de pensamiento hacia el que te estoy guiando. 3No ando en busca de mártires sino de maestros. 4Nadie es castigado por sus pecados, y los Hijos de Dios no son pecadores. 5Cualquier concepto de castigo significa que estás proyectando la responsabilidad de la culpa sobre otro, y ello refuerza la idea de que está justificado culpar. 6El resultado es una lección acerca de cómo culpar, pues todo comportamiento enseña las creencias que lo motivan. 7La crucifixión fue el resul­tado de dos sistemas de pensamiento claramente opuestos entre sí: el símbolo perfecto del "conflicto" entre el ego y el Hijo de Dios. 8Este conflicto parece ser igualmente real ahora, y lo que enseña tiene que aprenderse ahora tal como se tuvo que aprender entonces.
17.       Yo no necesito gratitud, pero tú necesitas desarrollar tu mer­mada capacidad de estar agradecido, o no podrás apreciar a Dios. 2Él no necesita que lo aprecies, pero sí. 3No se puede amar lo que no se aprecia, pues el miedo hace que sea imposible apreciar nada. 4Cuando tienes miedo de lo que eres no lo apre­cias, y, por lo tanto, lo rechazas. 5Como resultado de ello, enseñas rechazo.
18. El poder de los Hijos de Dios está presente todo el tiempo porque fueron creados para ser creadores. 2La influencia que ejercen unos sobre otros es ilimitada, y tiene que usarse para su salvación conjunta. 3Cada uno de ellos tiene que aprender a ense­ñar que ninguna forma de rechazo tiene sentido. 4La separación es la noción del rechazo. 5Mientras sigas enseñando esto lo segui­rás creyendo. 6No es así como Dios piensa, y tú tienes que pensar como Él si es que has de volver a conocerlo.
19.       Recuerda que el Espíritu Santo es el vínculo de comunicación entre Dios el Padre y Sus Hijos separados. 2 Si escuchases Su Voz sabrías que tú no puedes herir ni ser herido, y que son muchos los que necesitan tu bendición para poder oír esto por sí mismos. 3Cuando sólo percibas esa necesidad en ellos, y no respondas a ninguna otra, habrás aprendido de mí y estarás tan deseoso de compartir lo que has aprendido como lo estoy yo.

 

II. La alternativa a la proyección

1.         Cualquier división en la mente conlleva por fuerza el rechazo de una parte de ella misma, y eso es lo que es la creencia en la separación. 2La plenitud de Dios, que constituye Su paz, no puede ser apreciada salvo por una mente íntegra que reconozca la plenitud de la creación de Dios. 3Mediante ese reconocimiento, dicha mente conoce a su Creador. 4Exclusión y separación son sinónimos, al igual que separación y disociación. 5Dijimos ante­riormente que la separación fue y sigue siendo un acto de diso­ciación, y que una vez que tiene lugar, la proyección se convierte en su defensa principal, o, en otras palabras, el mecanismo que la mantiene vigente. 6La razón de ello, no obstante, puede que no sea tan obvia como piensas.          
2. Repudias lo que proyectas, por lo tanto, no crees que forma parte de ti. 2Te excluyes a ti mismo al juzgar que eres diferente de aquel sobre el que proyectas. 3Puesto que también has juzgado contra lo que proyectas, continúas atacándolo porque continúas manteniéndolo separado dé ti. 4Al hacer esto de manera incons­ciente, tratas de mantener fuera de tu conciencia el hecho de que te has atacado a ti mismo, y así te imaginas que te has puesto a salvo.
3. La proyección, sin embargo, siempre te hará daño. 2La proyec­ción refuerza tu creencia de que tu propia mente está dividida, creencia ésta cuyo único propósito es mantener vigente la separa­ción. 3La proyección no es más que un mecanismo del ego para hacerte sentir diferente de tus hermanos y separado de ellos. 4El ego justifica esto basándose en el hecho de que ello te hace pare­cer "mejor" que tus hermanos, y de esta manera empaña tu igual­dad con ellos todavía más. 5La proyección y el ataque están inevitablemente relacionados, ya que la proyección es siempre un medio para justificar el ataque. 6Sin proyección no puede haber ira. 7 El ego utiliza la proyección con el solo propósito de destruir la percepción que tienes de ti mismo y de tus hermanos. 8El proceso comienza excluyendo algo que existe en ti, pero que repudias, y conduce directamente a que te excluyas a ti mismo de tus hermanos.
4. Hemos aprendido, no obstante, que hay una alternativa a la proyección. 2Todas las capacidades del ego se pueden emplear para un propósito mejor, ya que sus capacidades las dirige la mente, que dispone de una Voz mejor. 3El Espíritu Santo extiende y el ego proyecta. 4Del mismo modo en que los objetivos de ambos son opuestos, así también lo son sus resultados.
5. El Espíritu Santo comienza percibiendo tu perfección. 2Como sabe que esa perfección es algo que todos comparten, la reconoce en otros, y así la refuerza tanto en ti como en ellos. 3En vez de ira, esto suscita amor tanto en ellos como en ti porque establece el estado de inclusión. 4Puesto que percibe igualdad, el Espíritu Santo percibe en todos las mismas necesidades. 5Esto invita auto­máticamente a la Expiación porque la Expiación es la necesidad universal de este mundo. 6Percibirte a ti mismo de esta manera es la única forma de hallar felicidad en el mundo. 7Eso se debe a que es el reconocimiento de que tú no estás en este mundo, pues el mundo es un lugar infeliz.
6. ¿De qué otra forma puedes encontrar dicha en un lugar desdichado, excepto dándote cuenta de que no estás en él? 2Tú no pue­des estar donde Dios no te ubicó, y Dios te creó como parte de Él. 3Eso es al mismo tiempo donde estás y lo que eres. 4Esto es alga completamente inalterable. 5Es inclusión total. 6No puedes cam­biarlo ahora ni nunca.. 7Es verdad para siempre. 8No es una creencia, sino un Hecho. 9Todo lo que Dios creó es tan verdadero como Él. 10La verdad de ello radica solamente en su perfecta inclusión en Aquel que es el único que es perfecto. 11Negar esto es negarte a ti mismo y negarlo a Él, puesto que es imposible aceptar a uno sin el otro.
7. La perfecta igualdad que el Espíritu Santo percibe es el reflejo de la perfecta igualdad-del conocimiento de Dios. 2La percepción del ego no tiene equivalente en Dios, pero el Espíritu Santo sigue siendo el puente entre la percepción y el conocimiento. 3Al per­mitirte usar la percepción de forma que refleje el conocimiento, éste finalmente podrá ser recordado. 4El ego preferiría creer que es imposible que ese recuerdo alboree en tu mente, sin embargo, es tu percepción lo que el Espíritu Santo guía. 5Tu percepción acabará allí donde comenzó. 6Todo converge en Dios porque todo fue creado por Él y en Él.
8. Dios creó a Sus Hijos extendiendo Su Pensamiento y conser­vando las extensiones de Su Pensamiento en Su Mente. 2Todos Sus Pensamientos están, por lo tanto, perfectamente unidos den­tro de sí mismos y entre sí. 3El Espíritu Santo te capacita para poder percibir esta plenitud ahora. 4Dios te creó para que creases. 5No puedes extender Su Reino hasta que no conozcas la plenitud de éste.
9. Los pensamientos se originan en la mente del pensador, y desde ahí se extienden hacia afuera. 2Esto es tan cierto del Pensa­miento de Dios como del tuyo. 3Puesto que tu mente está divi­dida, puedes percibir y también pensar. 4No obstante, la percepción no puede eludir las leyes básicas de la mente. 5Percibes desde tu mente y proyectas tus percepciones al exterior. 6Aunque la percepción es irreal, el Espíritu Santo puede usarla provechosamente por el .hecho de que tú la concebiste. 7Él puede inspirar­ cualquier percepción y canalizarla hacia Dios. 8Esta convergencia parece encontrarse en un futuro lejano sólo porque tu mente no está en perfecta armonía con esta idea y, consecuentemente, no la desea ahora.
10.       El Espíritu Santo hace uso del tiempo, pero no cree en, él. 2Puesto que Él procede de Dios, usa todo para el bien, pero no cree en lo que no es verdad. 3Puesto que se encuentra en tu mente, ésta sólo puede creer lo que es verdad. 4El Espíritu Santo puede hablar únicamente en favor de eso porque habla en favor de  Dios. 5Te insta a que le devuelvas toda tu mente a Dios, ya que en realidad tu mente nunca se separó de Él. 6Si nunca se separó de Él, sólo tienes que percibirla tal como es para que retorne a Él. 7Tener plena conciencia de la Expiación es, por lo tanto, recono­cer que la separación nunca tuvo lugar. 8El ego no puede prevalecer contra esto porque ello es una afirmación explícita de que él nunca existió.
11.       El ego puede aceptar la idea de que es necesario retornar por­que puede, con gran facilidad, hacer que ello parezca difícil. 2Sin embargo, el Espíritu Santo te dice que incluso el retorno es inne­cesario porque lo que nunca ocurrió no puede ser difícil. 3Mas tú puedes hacer que la idea de retornar sea a la vez necesaria y difí­cil. 4Con todo, está muy claro que los que son perfectos no tienen necesidad de nada, y tú no puedes experimentar la perfección como algo difícil de alcanzar, puesto que eso es lo que eres. 5Así es como tienes que percibir las creaciones de Dios, de modo que todas tus percepciones estén en línea con la única manera de ver del Espíritu Santo. 6Esta línea es la línea directa de comunicación con Dios, y le permite a tu mente converger con la Suya. 7Nada está en conflicto en esta percepción, ya que significa que toda percepción está guiada por el Espíritu Santo, cuya Mente está fija en Dios. 8Sólo el Espíritu Santo puede resolver conflictos porque sólo el Espíritu Santo está libre de conflictos. 9Él percibe única­mente lo que es verdad en tu mente, y lo extiende sólo a lo que es verdad en otras mentes.
12. La diferencia entre la proyección del ego y la extensión del Espíritu Santo es muy simple. 2El ego proyecta para excluir, y, por lo tanto, para engañar. 3El Espíritu Santo extiende al reconocerse a Sí Mismo en cada mente, y de esta manera las percibe a todas como una sola. 4Nada esta en conflicto en esta percepción porque lo que el Espíritu Santo percibe es todo igual. 5Dondequiera que mira se ve a Sí Mismo y, puesto que está unido, siempre ofrece el Reino en su totalidad. 6Éste es el único mensaje que Dios le dio, en favor del cual tiene que hablar porque eso es lo que Él es. 7La paz de Dios reside en ese mensaje, y, por consiguiente, la paz de Dios reside en ti. 8La gran paz del Reino refulge en tu mente para siem­pre, pero tiene que irradiar desde ti hacia afuera para que tomes conciencia de ella.
13.       El Espíritu Santo te fue dado con perfecta imparcialidad, y a menos que lo reconozcas imparcialmente no podrás reconocerlo en absoluto. 2El ego es legión, pero el Espíritu Santo es uno. 3No hay tinieblas en ninguna parte del Reino, y tu papel sólo consiste en impedir que las tinieblas moren en tu mente. 4Ésta armonía con la luz es ilimitada porque está en armonía con la luz del mundo. 5Cada uno de nosotros es la luz del mundo, y al unir nuestras mentes en esa luz proclamamos el Reino de Dios juntos y cual uno solo.

 

III. La renuncia al ataque

1. Como ya hemos puesto de relieve, toda idea tiene su origen en la mente del que la piensa. 2Lo que se extiende desde la mente,. por lo tanto, se encuentra todavía en ella, y la mente se conoce a sí misma por lo que extiende. 3La palabra "conoce" está usada correctamente aquí porque el Espíritu Santo, mediante Su per­cepción imparcial, guarda todavía el conocimiento a salvo en tu mente. 4Dado que Él nunca ataca, no obstaculiza la comunicación de Dios. 5Por lo tanto, el estado de ser nunca se ve amenazado. 6Tu mente, que es semejante a la de Dios, jamás puede ser profa­nada. 7El ego nunca fue parte de ella, ni lo será jamás, pero a través del ego puedes oír, enseñar y aprender lo que no es cierto. 8Te has enseñado a ti mismo a creer que no eres lo que eres. 9No puedes enseñar lo que no has aprendido, y lo que enseñas lo refuerzas en ti al compartirlo. 10Cada lección que enseñas es una lección que tú mismo estás aprendiendo.
2. Por eso es por lo que debes enseñar solamente una lección. 2Si has de verte libre de conflictos, tienes que aprender únicamente del Espíritu Santo y enseñar únicamente con Él. 3Tú eres única­mente amor, mas cuando lo niegas haces de lo que eres algo que tienes que aprender a recordar. 4Dije anteriormente que el men­saje de la crucifixión fue: "Enseña solamente amor, pues eso es lo que eres". 5Ésta es la única lección que está perfectamente unifi­cada porque es la única lección que es una sola. 6La única manera de aprenderla es enseñándola: 7" Lo que enseñes es lo que apren­derás." 8Si esto es verdad, como en efecto lo es, no olvides que lo que enseñas te enseña a ti. 9Y no puedes sino creer en lo que proyectas o extiendes.
3. La única seguridad radica en extender el Espíritu Santo porque a medida que ves Su mansedumbre en otros, tu propia mente se percibe a sí misma como totalmente inofensiva. 2Una vez que puede aceptar esto completamente, no ve necesidad alguna de protegerse. 3La protección de Dios alborea entonces sobre ella, asegurándole que está perfectamente a salvo para siempre. 4Los que están perfectamente a salvo son completamente benévolos. 5Bendicen porque saben que son benditos. 6Desprovista de ansie­dad, la mente es totalmente benévola, y puesto que extiende cari­dad, es también caritativa. 7La seguridad no es otra cosa que la completa renuncia al ataque. 8Ninguna transigencia al respecto es posible. 9Si enseñas ataque en cualquier forma que sea, lo habrás aprendido, y ello no podrá sino causarte dolor. 10Con todo, ese aprendizaje no es permanente, y puedes desaprenderlo dejándolo de enseñar.
4. Puesto que no puedes dejar de enseñar, tu salvación radica en enseñar exactamente lo opuesto a lo que el ego cree. 2Así es como aprenderás la verdad que te hará libre y que te mantendrá libre a medida que otros la aprendan de ti. 3La única manera de tener paz es enseñando paz. 4Al enseñarla, no puedes sino aprenderla, pues no puedes enseñar aquello de lo que todavía te disocias. 5Sólo así podrás recobrar el conocimiento que desechaste. 6Para poder compartir una idea tienes primero que disponer de ella. ?Dicha idea despierta en tu mente mediante la convicción que nace de enseñarla. 8Aprendes todo lo que enseñas. 9Enseña sola­mente amor, y. aprende que el amor es tuyo y que tú eres amor.

 

IV. La única Respuesta

1. Recuerda que el Espíritu Santo es la Respuesta, no la pregunta. 2El ego siempre habla primero. 3Es caprichoso y no le desea el bien a su hacedor. 4Cree, y con razón, que su hacedor puede dejar de brindarle apoyo en cualquier momento. 5Si te desease el bien se alegraría de ello, tal como el Espíritu Santo se alegrará cuando te haya conducido de vuelta a tu hogar y ya no tengas necesidad de que Él te guíe. 6El ego no se considera a sí mismo parte de ti. 7En eso radica su error fundamental, la base de todo su sistema de pensamiento.       
2. Cuando Dios te creó te hizo parte de Él. 2Por eso es por lo que el ataque no tiene cabida dentro del Reino. 3Hiciste al ego sin amor, y, por consiguiente, él no te ama. 4No puedes permanecer dentro del Reino sin amor, y puesto que el Reino es amor, crees estar privado de él. 5Esto le permite al ego considerarse a sí mismo algo separado y externo a su hacedor, y de ahí que hable en representación de la parte de tu mente que cree que estás separado y que eres algo externo a la mente de Dios.. 6El ego planteó entonces la primera pregunta que jamás se hizo, pre­gunta que él jamás podrá contestar. 7La pregunta: "¿Qué eres?" representó el comienzo de la duda. 8Desde entonces el ego jamás ha contestado ninguna pregunta, aunque ha hecho muchas. 9Las actividades más ingeniosas del ego no han hecho más que enma­rañar la pregunta, pues dispones de la respuesta y el ego te tiene miedo.
3. No podrás entender el conflicto hasta que entiendas plena­mente el hecho fundamental de que el ego no sabe nada. 2El Espí­ritu Santo no es el que habla primero, pero siempre contesta. 3Todo el mundo en uno u otro momento ha acudido a Él para de una u otra forma obtener ayuda, y Él ha contestado. 4Puesto que el Espíritu Santo responde de verdad, responde para siempre, lo cual quiere decir que todo el mundo dispone de la respuesta ahora mismo.
4. El ego no puede oír al Espíritu Santo, pero cree que parte de la mente que lo hizo está en su contra. 2Interpreta esto como una justificación para atacar a su hacedor. 3Cree que la mejor defensa es el ataque, y quiere que creas eso también. 4A no ser que lo creyeses no te podrías poner de su parte, y el ego tiene gran nece­sidad de aliados, aunque no de hermanos. 5Al percibir en tu mente algo ajeno a sí mismo, el ego hace del cuerpo su aliado porque el cuerpo no forma parte de ti.. 6Esto hace del cuerpo el amigo del ego. 7Ésta es una alianza claramente basada en la sepa­ración. 8Si te pones de parte de esta alianza no podrás sino sentir miedo porque te estarás poniendo de parte de una alianza basada en el miedo.
5. El ego se vale del cuerpo para conspirar contra tu mente, y puesto que el ego se da cuenta de que su "enemigo" puede acabar con él y con el cuerpo reconociendo simplemente que no for­man parte de él, él y el cuerpo se unen para llevar a cabo un ataque conjunto. 2Tal vez sea ésta la más extraña de todas las percepciones, si te detienes a considerar lo que ello realmente implica. 3El ego, que no es real, trata de persuadir a la mente, que sí es real, de que ella es su recurso de aprendizaje, y, lo que es más, de que el cuerpo es más real que ella. 4 Nadie que esté en su mente recta podría creer semejante cosa, y nadie que está en su mente recta lo cree.
6. Escucha,. pues, la única respuesta del Espíritu Santo a todas las preguntas que el ego plantea: eres una criatura de Dios, una parte de Su Reino de inestimable valor que Él creó como parte de Sí Mismo. 2Eso es lo único que existe y lo único que es real. 3Has elegido un sueño en el que has tenido pesadillas, pero el sueño no es real y Dios te exhorta a despertar. 4Cuando le oigas no quedará ni rastro de tu sueño porque despertarás. 5Tus sueños contienen muchos de los símbolos del ego y éstos te han confundido. 6Eso se debe, no obstante, a que estabas dormido y no te dabas cuenta de ello. 7Cuando despiertes, verás la verdad a tu alrededor y dentro de ti, y ya no creerás en los sueños porque éstos dejarán de ser reales para ti. 8El Reino, en cambio, y todo lo que allí has creado, será sumamente real para ti porque es hermoso y verdadero.
7. En el Reino no hay ninguna duda acerca de lo que eres y de donde te encuentras. 2La duda no tiene cabida allí porque la pri­mera pregunta jamás se planteó. 3Al haber sido por fin completa­mente contestada, nunca existió. 4Sólo el Ser vive en el Reino, donde todo mora en Dios con absoluta certeza. 5El tiempo dedi­cado a hacer preguntas en el sueño, ha dado paso a la creación y a su eternidad. 6Tú gozas de tanta certeza como Dios, pues eres tan real como Él, pero lo que antes gozaba de absoluta certeza en tu mente ha pasado a ser ahora únicamente la capacidad para gozar de ella.
8. Él origen de las capacidades representó el principio de la incer­tidumbre porque las capacidades son logros en potencia, pero todavía no son logros. 2Tus capacidades son inútiles en presencia de los logros de Dios y de los tuyos propios. 3 Los logros son resul­tados que ya se han alcanzado. 4Cuando son perfectos, las capacidades dejan de tener sentido. 5Es curioso que lo que es perfecto tenga ahora que ser perfeccionado. 6De hecho, eso es imposible. 7Mas recuerda que cuando te pones a ti mismo en una situación imposible crees que lo imposible es posible.
9. Debes desarrollar tus capacidades antes de poder usarlas. 2Esto no es cierto con respecto a nada que Dios creó, pero es la solución más benévola para lo que tú has fabricado. 3En una situación imposible puedes desarrollar tus capacidades hasta el punto en que ellas mismas te pueden liberar de tal situación. 4Dispones de un Guía que te muestra cómo desarrollarlas, pero no tienes otro jefe que tú mismo. 5Esto te pone a cargo del Reino, con un Guía para encontrarlo y los medios para conservarlo. 6Tienes un mo­delo a seguir que reforzará tu mando y nunca lo menoscabará en modo alguno. 7Por consiguiente, ocupas todavía el lugar central en tu imaginada esclavitud, lo cual de por sí demuestra que no eres un esclavo.
10. Te encuentras en una situación imposible únicamente porque crees que es posible estar en una situación así. 2Te encontrarás en una situación imposible si Dios te mostrase tu perfección, y a la vez te probase que estabas equivocado. 3Esto demostraría que los que son perfectos son incapaces de cobrar conciencia de su pro­pia perfección, y reforzaría la creencia de que aquellos que lo tienen todo necesitan ayuda y son, por lo tanto, desvalidos. 4Éste es el tipo de "razonamiento" en que el ego se embarca. 5Dios, que sabe que Sus creaciones. son perfectas; no las humilla. 6 Eso sería tan imposible como la noción del ego según la cual él ha humi­llado a Dios.
11. Por eso es por lo que el Espíritu Santo jamás da órdenes. 2Dar órdenes implica desigualdad, y el Espíritu Santo demuestra que la desigualdad no existe. 3Ser fiel a una premisa que se ha aceptado es una ley de la mente, y todo lo que Dios creó es fiel a Sus leyes. 4Es posible también ser fiel a otras leyes, pero no porque las leyes sean ciertas, sino porque tú las promulgaste. 5¿De qué te serviría que Dios te probase que has pensado de forma demente? 6¿Podría Dios perder Su propia certeza? 7He dicho frecuentemente que eres lo que enseñas. 8¿Querrías que Dios te enseñase que has pecado? 9Si Él confrontase al ser que fabricaste con la verdad que Él creó para ti, ¿cómo no ibas a tener miedo? 10En ese caso dudarías de tu mente recta, que es el único lugar donde puedes encontrar la cor­dura que Él te dio.
12. Dios no enseña, 2pues enseñar implica una insuficiencia que Dios sabe que no existe. 3Dios no está en conflicto. 4El propósito de enseñar es producir cambios, pero Dios sólo creó lo inmuta­ble. 5La separación no fue una pérdida de la perfección, sino una interrupción de la comunicación. 6La voz del ego surgió entonces como una forma de comunicación estridente y áspera. 7Esto no podía alterar la paz de Dios, pero sí podía alterar la tuya. 8Dios no la acalló porque erradicarla habría sido atacarla. 9Habiendo sido cuestionado, Él no cuestionó. 10Él simplemente dio la Respuesta. 11Su Respuesta es tu Maestro.

 

V. Las lecciones del Espíritu Santo

1. Como cualquier buen maestro, el Espíritu Santo sabe más de lo que tú sabes ahora, y sólo te enseña para que llegues a ser igual que Él. 2te enseñaste mal a ti mismo al creer lo que no era cierto. 3No creíste en tu propia perfección. 4¿Iba acaso Dios a ense­ñarte que habías fabricado una mente dividida, cuando Él sabe que tu mente es íntegra? 5Lo que Dios sí sabe es que Sus canales de comunicación no están abiertos a Él, lo cual le impide impartir­les Su gozo y, así, saber que Sus Hijos son completamente dicho­sos. 6El dar de Su gozo es un proceso continuo, no en el tiempo sino en la eternidad. 7La extensión de Dios, aunque no Su comple­ción, se obstruye cuando la Filiación no se comunica con Él cual una sola. 8Así que Dios pensó: "Mis Hijos duermen y hay que despertarlos".
2. ¿Qué podría despertar más dulcemente a un niño que una tierna voz que no lo asusta sino que simplemente le recuerda que la noche ya pasó y que la luz ha llegado? 2No se le dice que las pesadillas que lo estaban aterrorizando tanto no eran reales, pues los niños creen en la magia. 3Simplemente se le asegura que ahora está a salvo. 4Más tarde se le enseña a distinguir la diferencia entre estar dormido y estar despierto, para que entienda que no tiene que tener miedo de los sueños. 5Y así, cuando vuelva a tener pesa­dillas, él mismo invocará la luz para desvanecerlas.
3. Un buen maestro enseña mediante un enfoque positivo, no mediante uno negativo. 2No hace hincapié en lo que tienes que evitar para escapar de lo que te puede hacer daño, sino en lo que tienes que aprender para ser feliz. 3Piensa en el miedo y en la confusión que un niño experimentaría si le dijeran: "No hagas eso porque es muy peligroso y te puede hacer daño, pero si haces esto otro, no te harás daño, estarás a salvo y no tendrás miedo". 4Defi­nitivamente es mucho mejor usar tan solo tres palabras: "¡Haz sólo esto!" 5Esta simple afirmación es perfectamente inequívoca y muy fácil de entender y de recordar.
4. El Espíritu Santo nunca hace una relación detallada de los erro­res porque Su intención no es asustar a los niños, y los que carecen de sabiduría son niños. Siempre responde, no obstante, a su lla­mada, y el hecho de que ellos puedan contar con Él los hace sen­tirse más seguros. 3Los niños ciertamente confunden las fantasías con la realidad, y se asustan porque no pueden distinguir la dife­rencia que hay entre ellas. 4El Espíritu Santo no hace distinción alguna entre diferentes clases de sueños. 5Simplemente los hace desaparecer con Su luz. 6Su luz es siempre la llamada a despertar, no importa lo que hayas estado soñando 7No hay nada duradero en los sueños, y el Espíritu Santo, que refulge con la Luz de Dios Mismo, sólo habla en nombre de lo que perdura eternamente.

A. Para poder tener, da todo a todos

1. Cuando tu cuerpo, tu ego y tus sueños hayan desaparecido, sabrás que eres eterno. 2Tal vez pienses que ésto se logra con la muerte, pero con la muerte no se logra nada porque la muerte no es nada. 3Todo se logra con la vida, y la vida forma parte del ámbito de la mente y se encuentra en la mente. 4El cuerpo ni vive ni muere porque no puede contenerte a ti que eres vida. 5Si com­partimos la misma mente, tú puedes superar la muerte puesto que yo la superé. 6La muerte es un intento de resolver conflictos no tomando ninguna decisión. 7Al igual que todas las demás solucio­nes imposibles que el ego propugna, ésta tampoco resultará.
2. Dios no creó el cuerpo porque el cuerpo es destructible, y, por consiguiente, no forma parte del Reino. 2El cuerpo es el símbolo de lo que crees ser. 3Es a todas luces un mecanismo de separación y, por lo tanto, no existe. 4El Espíritu Santo, como siempre, se vale de lo que tú has hecho y lo transforma en un recurso de aprendi­zaje. 5Una vez más, y como siempre, reinterpreta lo que el ego utiliza como un razonamiento en favor de la separación, y lo con­vierte en una demostración contra ésta. 6Si la mente puede curar al cuerpo, pero el cuerpo no puede curar a la mente, entonces la mente tiene que ser más fuerte que el cuerpo. 7Todo milagro es una demostración de esto.
3. He dicho que el Espíritu Santo es la motivación de los mila­gros. 2El Espíritu Santo te dice siempre que sólo la mente es real porque es lo único que se puede compartir. 3El cuerpo es algo separado, y, por lo tanto, no puede ser parte de ti. 4Ser de una sola mente tiene sentido, pero ser de un solo cuerpo no tiene ningún sentido. 5De acuerdo con las leyes de la mente, pues, el cuerpo no tiene ningún sentido.
4. Para el Espíritu Santo no hay grados de dificultad en los mila­gros. 2A estas alturas, esto debería resultarte ya bastante familiar, aunque no es algo que todavía estés dispuesto a creer, 3Por lo tanto, ni lo entiendes ni puedes hacer uso de ello. 4Es mucho lo que todavía nos queda por hacer en favor del Reino como para pasar por alto este concepto tan crucial. 5Es realmente una de las piedras angulares del sistema de pensamiento que enseño y que quiero que tú enseñes. 6No puedes obrar milagros sin creer en él, ya que es una creencia en la perfecta igualdad. 7El único regalo idéntico que se les puede ofrecer a los Hijos idénticos de Dios, es apreciarlos completamente. 8Ni más ni menos. 9Sin una gama variable, la idea de grados de dificultad carece de sentido, y no debe haber gama alguna en lo que le ofreces a tu hermano.
5. El Espíritu Santo, que nos conduce a Dios, transforma la comu­nicación en el estado de ser, de la misma manera en que en última instancia, transforma la percepción en conocimiento. 2No pierdes lo que comunicas. 3El ego se vale del cuerpo para atacar, para obtener placer y para vanagloriarse. 4La locura de esta percepción la convierte en algo verdaderamente temible. 5El Espíritu Santo ve el cuerpo solamente como un medio de comunicación, y puesto que comunicar es compartir, comunicar se vuelve un acto de comunión. 6Tal vez creas que el miedo -al igual que el amor­- se puede comunicar y que, por lo tanto, se puede compartir. 7Sin embargo, esto no es tan real como pueda parecer a primera vista. 8Los que comunican miedo están fomentando el ataque, y el ata­que siempre interrumpe la comunicación, haciendo que ésta sea imposible. 9Es verdad que los egos se unen en alianzas tempora­les, pero siempre para ver qué es lo que cada uno puede obtener para sí mismo. 10El Espíritu Santo comunica únicamente lo que cada uno puede darle a todos. 11Nunca te quita nada que te haya dado, pues Su deseo es que te quedes con ello. 12Sus enseñanzas, por lo tanto, comienzan con esta lección:

13Para poder tener, da todo a todos.

6. Éste es un paso preliminar básico, y el único que tienes que dar por tu cuenta. 2Ni siquiera es necesario que tú mismo lo comple­tes, pero sí es necesario que te encamines en esa dirección. 3Cuando decides ir en esa dirección, te pones a ti mismo a cargo del viaje, función que a ti y sólo a ti te corresponde desempeñar. 4Este paso tal vez parezca agudizar el conflicto en vez de resol­verlo, ya que representa el paso inicial en el proceso de invertir tu percepción y de rectificarla totalmente. 5Esto entra en conflicto con la percepción invertida que todavía no has abandonado, ya que, de lo contrario, no habría sido necesario un cambio de direc­ción. 6Algunos se quedan en este paso durante mucho tiempo, experimentando un agudo conflicto. 7En este punto puede que incluso traten de aceptar el conflicto en vez de dar el siguiente paso hacia su resolución. 8Puesto que han dado el primer paso, no obstante, se les prestará ayuda. 9Pues una vez que hayan ele­gido lo que no pueden completar solos, ya no estarán solos.

B. Para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es
1. Los que creen en la separación tienen un miedo básico a las represalias y al abandono. 2Creen en el ataque y en el rechazo, de modo que eso es lo que perciben, lo que enseñan y lo que apren­den. 3Estas ideas descabelladas son claramente el resultado de la disociación y la proyección. 4Eres lo que enseñas, pero es evidente que puedes enseñar incorrectamente, y, por consiguiente, te pue­des enseñar mal a ti mismo. 5Muchos pensaron que yo les estaba atacando, aunque es evidente que eso no era cierto. 6Un alumno desquiciado aprende lecciones extrañas. 7Lo que tienes que reco­nocer es que cuando no compartes un sistema de pensamiento, lo debilitas. 8Los que creen en él perciben eso como un ataque contra ellos. 9Esto se debe a que cada uno se identifica con su propio sistema de pensamiento, y todo sistema de pensamiento se centra en lo que uno cree ser. 10Si el núcleo del sistema de pensamiento es cierto, lo único que puede extenderse desde él es la verdad. 11Pero si lo que se encuentra allí es una mentira, lo único que puede proceder de él son engaños.
2. Los buenos maestros se dan cuenta de que sólo los cambios fundamentales son duraderos, mas no comienzan en ese nivel. 2Su primer objetivo -y el más importante- es fortalecer en el estu­diante el deseo de cambiar. 3Ese es asimismo no sólo su último objetivo sino también su objetivo final. 4Lo único que el maestro tiene que hacer para garantizar el cambio es estimular en el alumno su deseo de cambiar. 5Cambiar de motivación es cambiar de mentalidad, y esto inevitablemente produce un cambio funda­mental, ya que la mente es fundamental.
3.         El primer paso en el proceso de inversión o des-nacimiento es el des-nacimiento del concepto de "obtener°. 2La primera lección del Espíritu Santo es por consiguiente: "Para poder tener, da todo a todos". 3Dije que es posible que esto agudice el conflicto tempo­ralmente, y ahora podemos aclarar este punto aún más.. 4A estas alturas, todavía no percibes la igualdad que existe entre tener y ser. 5Hasta que no la percibas, tener te parecerá lo opuesto a dar. 6La primera lección, por consiguiente, parece encerrar una contradicción, puesto que la está aprendiendo una mente que está en conflicto. 7Esto quiere decir que hay deseos conflictivos, y, así, la lección no puede aprenderse de manera consistente todavía. 8Lo que es más, la mente del alumno proyecta su propio conflicto, y, por lo tanto, no percibe consistencia en las mentes de los demás, lo cual le hace sospechar de la motivación de éstos. 9Ésa es la verdadera razón de que, desde cualquier punto de vista, la pri­mera lección sea la más difícil de aprender. 10Puesto que aún eres extremadamente consciente del ego en ti, mismo y respondes principalmente al ego de los demás, se .te está enseñando a que reacciones ante ambos como si lo que realmente crees no fuese verdad.
4. El ego -operando a la inversa como de costumbre- percibe la primera lección como algo demente. 2De hecho, ésa es su única alternativa, pues la otra posibilidad, que sería mucho menos acep­table para él, es obviamente que él es el que es demente. 3En esto, como en todo, los juicios del ego están predeterminados por lo que él es. 4El cambio fundamental tendrá lugar cuando el pensa­dor cambie de mentalidad. 5Mientras tanto, la progresiva claridad de la Voz del Espíritu Santo hace que sea imposible que el alumno no la oiga. 6Por algún tiempo, pues, recibirá mensajes conflictivos y aceptará los dos.
5. La manera de escapar del conflicto que surge de dos sistemas de pensamiento que se oponen entre sí consiste claramente en escoger uno y abandonar el otro. 2Si te identificas con tu sistema de pensamiento, lo cual es inevitable, y aceptas dos sistemas de pensamiento que están en total desacuerdo, es imposible gozar de paz mental. 3Si enseñas ambos sistemas, que es lo que probablemente harás mientras los aceptes a los dos, estarás ense­ñando conflicto y también aprendiéndolo. 4Sin embargo, tú deseas la paz, pues, de lo contrario, no habrías invocado a la Voz de la paz para que te ayudase. 5Su lección no es demente, pero el conflicto sí.
6. Entre la cordura y la demencia no puede haber conflictos 2Sólo una de ellas es verdad y, por lo tanto, sólo una de ellas es real. 3El ego trata de persuadirte de que es a  ti a quien le corresponde decidir cuál de ellas es verdad, mas el Espíritu Santo te enseña que la verdad fue creada por Dios, y tu decisión no puede alterarla en absoluto. 4A medida que empieces a comprender él sereno poder de la Voz del Espíritu Santo y Su perfecta consistencia, tu mente se dará cuenta de que estás tratando de revocar una decisión que se tomó irrevocablemente por ti. 5Por eso sugerí anteriormente que te recuerdes a ti mismo permitir que el Espíritu Santo decida en favor de Dios por ti.   
7. No se te pide que tomes decisiones descabelladas aunque tal vez pienses que eso es lo que se te está pidiendo. 2Sin embargo; creer que es a ti a quien le corresponde decidir lo que son las creaciones de Dios no puede sino ser una locura. 3El Espíritu Santo percibe el conflicto exactamente como es. 4Por consiguiente, Su segunda lección reza así:       

5Para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es.

8. Éste es todavía un paso preliminar; puesto que aún no has equiparado tener con ser. 2Es, no obstante, un paso más avanzado que el primero, que en realidad no es sino el comienzo del proceso de inversión del pensamiento. 3El segundo paso es una afirmación categórica de lo que deseas. 4Es pues, un paso encaminado a liberarte del conflicto, ya que significa que se han considerado las alternativas y se ha elegido la más deseable. 5Con todo, la expresión "más deseable" aún implica que lo deseable tiene diferentes grados. 6Por lo tanto, aunque este paso es esen­cial para poder tomar la decisión fundamental, no es obviamente el último. 7No se ha aceptado todavía la falta de grados de difi­cultad en los milagros porque nada que se desee completamente puede ser difícil. 8Desear completamente es crear, y crear no puede ser difícil si se tiene en cuenta que Dios Mismo té creó para que fueses un creador.
9. El segundo paso, por lo tanto, es todavía perceptivo, si bien es un paso gigantesco hacia la percepción unificada que refleja el conocimiento de Dios. 2Al dar este paso y seguir en esa dirección, estarás avanzando hacia el centro de tu sistema de pensamiento, donde tendrá lugar el cambio fundamental. 3En el segundo paso  el progreso es intermitente, pero el segundo paso es más fácil qué el primero porque es el que le sigue. 4Darse cuenta de que este paso no puede sino seguir al primero es señal de una creciente conciencia de que el Espíritu Santo te guiará en tu camino.

C. Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino
1. Hemos dicho anteriormente que el Espíritu Santo evalúa, y tiene que hacerlo. 2El Espíritu Santo separa lo verdadero de lo falso en tu mente, y te enseña a juzgar cada pensamiento que dejas que se adentre en ella a la luz de lo que Dios puso allí. 3El Espíritu Santo, con vistas a reforzar el Reino en ti, 4conserva lo que está de acuerdo con esa luz, y acepta y purifica lo que está parcialmente de acuerdo con el Reino. 5Mas lo que está en completo desacuerdo lo rechaza juzgando contra ello. 6Así es como Él mantiene la per­fecta consistencia del Reino y su perfecta unificación. 7Recuerda, no obstante, que lo que el Espíritu Santo rechaza el ego lo acepta. 8Ello se debe a que ambos están en completo desacuerdo en rela­ción con todo, dado que están en completo desacuerdo con res­pecto a lo que tú eres. 9Las creencias del ego en torno a esta cuestión tan fundamental varían considerablemente, y ésta es la razón de que él suscite diferentes estados de ánimo. 10El Espíritu Santo nunca varía en este punto, y, por lo tanto, el único estado de ánimo que genera es uno de dicha. 11Él protege dicho estado rechazando todo lo que no lo fomenta, y así, sólo Él puede mante­nerte en un estado, de perfecta dicha.
2. El Espíritu Santo no te enseña a juzgar a otros porque no quiere que enseñes nada que sea erróneo, y que, de este modo, tú mismo lo aprendas. 2No sería consistente si te permitiera reforzar lo que debes aprender a evitar. 3En la mente del pensador, por lo tanto, el Espíritu Santo es enjuiciador, pero sólo a fin de unificar la mente de modo que pueda percibir sin emitir juicios. 4Esto le permite a la mente enseñar sin emitir juicios y, por consiguiente, aprender a estar libre de ellos. 5Esta rectificación es necesaria sólo en tu mente, a fin de que dejes de proyectar en lugar de extender. 6Dios Mismo ha establecido lo que puedes extender con perfecta seguridad. 7Por lo tanto, la tercera lección del Espíritu Santo reza así:

 8Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino.  

3. Éste es uno de los pasos más importantes para que se pro­duzca un cambio fundamental. 2No obstante, todavía contiene un aspecto del proceso de inversión del pensamiento, ya que implica que hay algo contra lo que debes mantenerte alerta. 3Este paso representa un gran avance con respecto a la primera lección, que es meramente el principio del proceso de inversión del pensa­miento, y también con respecto a la segunda, que es esencial­mente la identificación de lo que es más deseable: 4Este paso, que es la conclusión lógica del segundo tal como el segundo lo es del primero, subraya la dicotomía que existe entre lo deseable y lo indeseable. 5Por lo tanto, hace que la elección final sea inevitable.
4. Mientras que el primer paso parece agudizar el conflicto y el segundo puede, hasta cierto punto, aún entrañar conflicto, el ter­cer paso requiere un constante estado de alerta contra el con­flicto. 2Ya he dicho que puedes estar tan alerta contra el ego como a su favor. 3La última lección enseña no sólo que puedes sino que tienes que estar alerta. 4No se ocupa de la cuestión de los grados de dificultad, sino del hecho de que tu primera prioridad debe ser mantenerte alerta. 5Esta lección es inequívoca, pues enseña que nunca se deben hacer excepciones, aunque no niega que la tentación de hacerlas se presentará. 6Aquí pues, es donde se te pide que, a pesar del caos, seas consistente. 7Mas la consistencia y el caos no pueden coexistir por mucho tiempo, puesto que se excluyen mutuamente. 8No obstante, mientras tengas que estar alerta contra algo, no estarás reconociendo esta mutua exclusión, y seguirás creyendo que puedes elegir la consistencia o el caos. 9Al enseñarte cuál debes elegir, el Espíritu Santo acabará por enseñarte que no tienes que elegir en absoluto. 10Esto finalmente liberará a tu mente de tener que elegir, y la encaminará hacia la creación dentro del Reino.
5. Elegir a través del Espíritu Santo te conducirá al Reino. 2Creas mediante tu verdadero ser, pero tienes que aprender a recordar lo que eres 3La forma de recordarlo es inherente al tercer paso, que conecta las lecciones implícitas en los otros dos, y va más allá de ellos hacia una verdadera integración. 4Si permites que en tu mente haya tan sólo lo que Dios puso en ella, la estarás recono­ciendo tal como Dios la creó. 5Por lo tanto, la estarás aceptando tal como es. 6Puesto que tu mente es íntegra, estarás enseñando paz porque creerás en ella. 7Dios será de todos modos el que dará el paso final por ti, pero cuando llegues al tercer paso, el Espíritu Santo ya te habrá preparado para Dios. 8Te está preparando para la conversión de tener a ser en virtud de la naturaleza misma de los pasos que tienes que dar con Él.
6. Aprendes primero que tener se basa en dar, y no en obtener. 2Luego aprendes que aprendes lo que enseñas, y que quieres aprender a estar en paz. 3Ésta es la condición necesaria para poder identificarte con el Reino, puesto que es la condición del Reino. 4Has creído estar fuera del Reino, y, como consecuencia de ello, te has excluido a ti mismo de él en tu pensamiento. 5Es esen­cial, por lo tanto, enseñarte que no puedes sino estar incluido en el Reino, y que lo único que debes excluir es la creencia de que no estás incluido en él.
7. El tercer paso, por consiguiente, es un paso de protección para tu mente, pues te permite identificarte sólo con el centro, donde Dios erigió el altar a Sí Mismo. 2Los altares son creencias, pero Dios y Sus creaciones están más allá de toda creencia, ya que están más allá de cualquier duda. 3La Voz que habla en favor de Dios lo hace únicamente en nombre de las creencias que están más allá de toda duda, lo cual te prepara para llegar a estar libre de dudas, mientras tu creencia en Dios y Su Reino se vea asal­tada por cualquier duda, lo que Él ha logrado perfectamente no será evidente para ti. 5Por eso es por lo que debes mantenerte alerta en favor de Dios. 6El ego habla contra Su creación, y, por lo tanto, engendra dudas. 7No podrás ir más allá de las creencias hasta que no creas plenamente.
8. Enseñar a toda la Filiación sin hacer excepciones demuestra que percibes su plenitud y que has aprendido que es una. 2Ahora tie­nes que estar alerta para mantener su unicidad* en tu mente por­que si dejas que te asalte la duda, perderás la conciencia de su plenitud y serás incapaz de enseñarla. 3La plenitud del Reino no depende de tu percepción, pero tu conciencia de su plenitud sí. 4Sólo tu conciencia necesita protección, puesto que el estado de ser no puede ser atacado. 5No obstante, no podrás experimentar una auténtica sensación de que existes mientras sigas teniendo dudas con respecto a lo que eres. 6Por eso es por lo que es esencial que te mantengas alerta. 7No permitas que entre en tu mente nin­guna duda acerca de tu existencia o, de lo contrario, no podrás saber con certeza lo que eres. 8La certeza es el regalo que Dios te hace. 9La verdad no requiere vigilancia, pero las ilusiones sí.
9. La verdad está exenta de ilusiones y, por lo tanto, mora dentro  del Reino. 2Todo lo que está fuera del Reino es ilusorio. 3Cuando desechaste la verdad te percibiste a ti mismo como desprovisto de ella. 4Al concebir otro reino al que atribuiste valor, no mantuviste en tu mente sólo el Reino de Dios, y, de esta manera, excluiste parte de tu mente de él. 5Lo que inventaste ha aprisionado tu voluntad, y ha hecho enfermar a tu mente, que ahora tiene que ser sanada. 6Mantenerse alerta contra esta enfermedad es la manera de sanarla. 7Una vez que tu mente haya sanado, irradiar salud, y, de este modo, enseñará lo que es la curación. 8Esto te consagrará como un maestro que enseña lo mismo que yo. 9Yo tuve que mantenerme tan alerta como tú tienes que hacerlo ahora, y aquellos que eligen enseñar lo mismo tienen que estar de acuerdo con respecto a lo que creen.
10. El tercer paso, por lo tanto, es una afirmación de lo que quieres creer, y requiere que estés dispuesto a abandonar todo lo demás. 2Si sigues al Espíritu Santo, Él te capacitará para que des este paso. 3Tu vigilancia es señal de que quieres que Él te guíe. 4La vigilancia requiere esfuerzo, pero sólo hasta que aprendas que el esfuerzo en sí es innecesario. 5Has realizado enormes esfuerzos por conser­var lo que inventaste porque no es verdad. 6Por lo tanto, ahora tienes que canalizar todos tus esfuerzos contra ello 7Sólo  esto puede eliminar la necesidad de tener que esforzarte, e invocar al Ser que tienes y que eres. 8Este reconocimiento no requiere ningún esfuerzo por tu parte, puesto que ya es verdad, ni tampoco necesita protección. 9Descansa en la perfecta seguridad de Dios. 10Por lo tanto, la inclusión es total y la creación no tiene límites.


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