sábado, 17 de enero de 2015

Cap.4 UCDM - LAS ILUSIONES DEL EGO

Capítulo 4

LAS ILUSIONES DEL EGO

Introducción
1. La Biblia dice que si un hermano te pide que camines con él una milla, que le acompañes dos. 2Ciertamente no sugiere que le retrases en su viaje. 3Tu dedicación a un hermano no puede tam­poco retrasarte a ti. 4Sólo puede conducir a un progreso mutuo. 5El resultado de una dedicación genuina es la inspiración, pala­bra que, si se entiende correctamente, es lo opuesto a la fatiga. 6Estar fatigado es estar des-animado, mas estar inspirado es estar en el espíritu. 7Ser egocéntrico es estar des-animado, mas estar centrado en Sí Mismo, en el buen sentido de la expresión, es estar inspirado o en el espíritu. 8Los verdaderamente inspirados están iluminados y no pueden morar en las tinieblas.



2. Puedes hablar desde el espíritu o desde el ego, según elijas. 2Si hablas desde el espíritu es que has decidido acatar las palabras "Detente y reconoce que yo soy Dios". 3Éstas son palabras inspi­radas porque reflejan conocimiento. 4Si hablas desde el ego estás renegando del conocimiento en vez de ratificándolo, y, por lo tanto, estás des-animándote. 5No te embarques en viajes inútiles, pues ciertamente no llevan a ninguna parte. 6Puede que el ego los desee, pero el espíritu no puede emprenderlos porque nunca está dispuesto a apartarse de sus Cimientos.
3.         El viaje a la cruz debería ser el último "viaje inútil". 2No sigas pensando en él, sino dalo por terminado. 3Si puedes aceptarlo como tu último viaje inútil, serás libre también de unirte a mi resurrección. 4Hasta que no lo hagas, estarás desperdiciando tu vida, 5ya que ésta simplemente seguirá siendo una repetición de la separación, de la pérdida de poder, de los esfuerzos fútiles que el ego lleva a cabo en busca de compensación y, finalmente, de la crucifixión del cuerpo o muerte. 6Estas repeticiones continuarán indefinidamente hasta que voluntariamente se abandonen. 7No cometas el patético error de "aferrarte a la vieja y rugosa cruz". 8El único mensaje de la crucifixión es que puedes superar la cruz. 9Hasta que no la superes eres libre de seguir crucificándote tan a menudo como quieras. 10Éste no es el Evangelio que quise ofrecerte. 11Tenemos otro viaje que emprender, y si lees cuidadosa­mente las lecciones que aquí se ofrecen, éstas te ayudarán a pre­pararte para emprenderlo.

I. La enseñanza y el aprendizaje correctos
1. Un buen maestro clarifica sus propias ideas y las refuerza al enseñarlas. 2En el proceso de aprendizaje tanto el maestro como el alumno están a la par. 3Ambos se encuentran en el mismo nivel de aprendizaje, y a menos que compartan sus lecciones les faltará convicción. 4Un buen maestro debe tener fe en las ideas que enseña, pero tiene que satisfacer además otra condición: debe tener fe en los estudiantes a quienes ofrece sus ideas.
2. Muchos montan guardia en torno a sus ideas porque quieren conservar sus sistemas de pensamiento intactos, y aprender signi­fica cambiar. 2Los que creen estar separados siempre temen cam­biar porque no pueden concebir que los cambios sean un paso hacia adelante en el proceso de subsanar la separación. 3Siempre los perciben como un paso hacia una mayor separación, debido a que la separación fue su primera experiencia de cambio. 4Crees que si no permites ningún cambio en tu ego alcanzarás la paz. 5Esta marcada confusión sólo puede tener lugar si sostienes que un mismo sistema de pensamiento puede erigirse sobre dos cimientos distintos. 6Nada puede llegar al espíritu desde el ego, ni nada puede llegar al ego desde el espíritu. 7El espíritu no puede ni reforzar al ego, ni aminorar el conflicto interno de éste. 8El ego en sí es una contradicción. 9Tu falso ser y el Ser de Dios están en oposición. 10Y lo están con respecto a sus orígenes, rumbos y de­senlaces. 11Son fundamentalmente irreconciliables porque el espí­ritu no puede percibir y el ego no puede gozar de conocimiento. 12No están, por lo tanto, en comunicación, ni jamás lo podrán estar. 13El ego, sin embargo, puede aprender, aún cuando su hace­dor esté desencaminado. 14Este, no obstante, no puede hacer que lo que fue infundido con vida sea completamente exánime.
3.         El espíritu no tiene necesidad de que se le enseñe nada, pero el ego sí. 2El proceso de aprender se percibe, en última instancia, como algo aterrador porque conduce, no a la destrucción del ego, sino al abandono de éste a la luz del espíritu. 3Éste es el cambio que el ego no puede sino temer, puesto que no comparte mi cari­dad. 4La lección que yo tuve que aprender es la misma que tú tienes que aprender ahora, y puesto que la aprendí, puedo ense­ñártela. 5Nunca atacaré a tu ego, si bien estoy tratando de enseñar­te cómo surgió su sistema de pensamiento. 6Cuando te recuerdo tu verdadera creación, tu ego no puede por menos que reaccionar con miedo.
4. Aprender y enseñar son los mayores recursos de que dispones ahora porque te permiten cambiar de mentalidad y ayudar a otros a hacer lo mismo. 2Negarte a cambiar de mentalidad no consegui­ría probar que la separación no ocurrió. 3El soñador que duda de la realidad de su sueño mientras todavía está soñando no está realmente sanando su mente dividida. 4Tú sueñas con un ego separado y crees en el mundo que se basa en él. 5Todo ello te parece muy real. 6No puedes deshacerlo sin cambiar de mentali­dad al respecto. 7Si estás dispuesto a renunciar al papel de guar­dián de tu sistema de pensamiento y ofrecérmelo a mí, yo lo corregiré con gran delicadeza y te conduciré de regreso a Dios.
5. Todo buen maestro espera impartir a sus estudiantes tanto de lo que él mismo ha aprendido que algún día dejen de necesitarle. 2Este es el verdadero y único objetivo del maestro. 3Es imposible convencer al ego de esto porque va en contra de todas sus leyes. 4Pero recuerda que las leyes se promulgan para proteger la continuidad del sistema en que cree el que las promulga. 5Es natural que el ego trate de protegerse a sí mismo una vez que lo inven­taste, pero no es natural que desees obedecer sus leyes a menos que tú creas en ellas. 6El ego no puede tomar esta decisión debido a la naturaleza de su origen. 7Pero tú puedes tomarla debido a la naturaleza del tuyo.
6. Los egos pueden chocar en cualquier situación, pero es imposi­ble que el espíritu choque en absoluto. 2Si percibes a un maestro simplemente como "un ego más grande" sentirás miedo, ya que agrandar un ego es aumentar la ansiedad que produce la separa­ción. 3Enseñaré contigo y viviré contigo si estás dispuesto a pensar conmigo, pero mi objetivo será siempre eximirte finalmente de la necesidad de un maestro. 4Esto es lo opuesto al objetivo del maestro que se deja guiar por el ego. 5A ése sólo le interesa el efecto que su ego pueda tener sobre otros egos, y, por consi­guiente, interpreta la interacción entre ellos como un medio de conservar su propio ego. 6Yo no podría dedicarme a enseñar si creyese eso, y tú no serás un maestro dedicado mientras lo creas. 7Se me percibe constantemente como un maestro al que hay que exaltar o rechazar, pero yo no acepto ninguna de esas dos percep­ciones de mí mismo.
7.         El que enseñes o aprendas no es lo que establece tu valía. 2Tu valía la estableció Dios. 3Mientras sigas oponiéndote a esto, todo lo que hagas te dará miedo, especialmente aquellas situaciones que tiendan a apoyar la creencia en la superioridad o en la infe­rioridad. 4Los maestros tienen que tener paciencia y repetir las lecciones que enseñan hasta que éstas se aprendan. 5Yo estoy dispuesto a hacer eso porque no tengo derecho a fijar los límites de tu aprendizaje por ti. 6Una vez más: nada de lo que haces, piensas o deseas es necesario para establecer tu valía. 7Este punto no es debatible excepto en fantasías. 8Tu ego no está nunca en entredi­cho porque Dios no lo creó. 9Tu espíritu no está nunca en entre­dicho porque Él lo creó. 10Cualquier confusión al respecto es ilusoria, y, mientras perdure esa ilusión, no es posible tener dedi­cación alguna.
8. El ego trata de explotar todas las situaciones para vanaglo­riarse, a fin de superar sus propias dudas. 2Seguirá lleno de dudas mientras tú sigas creyendo en su existencia. 3Tú que lo inventaste no puedes tener confianza en él porque cuando estás en tu mente recta te das cuenta de que no es real. 4La única solución cuerda es no tratar de cambiar la realidad -lo cual sería ciertamente aterra­dor- sino aceptarla tal como es. 5Tú formas parte de la realidad, la cual permanece inmutable más allá del alcance del ego, aunque fácilmente al alcance del espíritu. 6Cuando sientas miedo, aquié­tate y reconoce que Dios es real, y que tú eres Su Hijo amado en quien Él se complace. 7No dejes que tu ego refute esto porque el ego no puede conocer algo que está tan lejos de su alcance como lo estás tú.
9.         Dios no es el autor del miedo. 2El autor del miedo eres tú. 3Has elegido crear en forma diferente a como crea Él, y, por lo tanto, has hecho posible el que puedas tener miedo. 4No estás en paz porque no estás desempeñando tu función. 5Dios te encomendó una función, muy elevada que no estás llevando a cabo. 6Tu ego ha elegido estar atemorizado en vez de llevarla a cabo. 7Cuando despiertes te será imposible entender esto porque es literalmente increíble. 8No creas lo increíble ahora. 9Cualquier intento de incre­mentar su credibilidad es simplemente un intento de posponer lo inevitable. 10La palabra "inevitable" le causa terror al ego, pero es motivo de júbilo para el espíritu. 11Alcanzar a Dios es inevitable, y tú no puedes eludirlo, de la misma manera en que Él no te puede eludir a ti.
10.       El ego tiene miedo del gozo del espíritu porque una vez que lo hayas experimentado dejarás de proteger y de atribuirle valor al miedo. 2Le atribuyes gran valor ahora porque el miedo es un tes­tigo de la separación, y tu ego se regocija cuando das testimonio de ella. 3¡Repúdialo! 4No le escuches ni le ampares. 5Escucha únicamente a Dios, que es tan incapaz de engañar como lo es el espí­ritu que Él creó. 6Libérate y libera a otros. 7No les ofrezcas a los demás una imagen de ti mismo falsa e indigna, ni tampoco acep­tes una imagen similar de ellos.
11.       El ego ha construido para ti un hogar mísero e inhóspito por­que no puede construir de ninguna otra manera. 2No trates de mantener en pie ese hogar ruinoso. 3En su debilidad radica tu fuerza. 4Sólo Dios pudo erigir un hogar digno de Sus creaciones, las cuales han elegido dejarlo vacío, desahuciándose así a sí mis­mas. 5No obstante, Su hogar seguirá en pie eternamente, listo para cuando decidas entrar a ocuparlo. 6De esto puedes estar comple­tamente seguro: 7Dios es tan incapaz de crear lo perecedero como el ego de fabricar lo eterno.
12.       Desde tu ego no puedes hacer nada para salvarte o para salvar a otros, pero desde tu espíritu puedes hacer cualquier cosa para salvar a otros o para salvarte a ti mismo. 2La humildad es una lección para el ego, no para el espíritu. 3El espíritu está más allá de la humildad porque reconoce su esplendor y gustosamente irra­dia su luz por todas partes. 4Los mansos heredarán la tierra por­que sus egos son humildes, y esto hace que su percepción sea más fidedigna. 5El Reino de los Cielos es el derecho del espíritu, cuya belleza y dignidad están mucho más allá de cualquier duda, más allá de la percepción, y se alzan para siempre como las señales del Amor de Dios hacia Sus creaciones, las cuales son absolutamente dignas de Él y sólo de Él. 6Ninguna otra cosa es lo suficientemente valiosa como para poder ser una ofrenda para una creación de Dios Mismo.
13.       Yo seré un substituto de tu ego si así lo deseas, pero nunca de tu espíritu. 2Un padre puede dejar su hijo al cuidado de un her­mano mayor que haya demostrado ser responsable, pero esto no entraña confusión alguna acerca de quién es el padre. 3El her­mano puede proteger el cuerpo y el ego del niño, pero eso no lo lleva a creer que él sea el padre. 4Me puedes confiar tu cuerpo y tu ego debido únicamente a que eso te permite desentenderte de ellos y me deja mostrarte que no son importantes. 5Yo no podría entender lo importantes que son para ti si yo mismo no hubiese estado tentado de creer en ellos. 6Aprendamos juntos esta lección para que juntos podamos liberarnos de tu cuerpo y de tu ego. 7Necesito maestros dedicados que compartan mi objetivo de sanar a la mente. 8El espíritu no tiene ninguna necesidad de que ni tú ni yo lo protejamos. 9Recuerda lo siguiente:

10En este mundo no hay por qué tener tribulaciones
porque yo he vencido al mundo. "Por eso es por lo
que debes estar animado.


II. El ego y la falsa autonomía
1. Es razonable preguntarse cómo pudo la mente haber inventado al ego. 2De hecho, ésa es la mejor pregunta que puedes hacerte. 3Sin embargo, no tiene objeto dar una respuesta en función del pasado porque el pasado no importa, y la historia no existiría si los mismos errores no siguiesen repitiéndose en el presente. 4El pensamiento abstracto es pertinente al conocimiento porque el conocimiento es algo completamente impersonal, y para enten­derlo no se necesita ningún ejemplo. 5La percepción, por otra parte, es siempre específica y, por lo tanto, concreta.
2.         Todo el mundo, inventa un ego o un yo para sí mismo, el cual está sujeto a enormes variaciones debido a su inestabilidad. 2Tam­bién inventa un ego para cada persona a la que percibe, el cual es igualmente variable. 3Su interacción es un proceso que los altera a ambos porque no fueron creados por el Inalterable o mediante Él. 4Es importante darse cuenta de que esta alteración ocurre con igual facilidad tanto si la interacción tiene lugar en la mente como si entraña proximidad física. 5Pensar acerca de otro ego es tan eficaz en el proceso de cambiar la percepción relativa como lo es la interacción física. 6No puede haber mejor ejemplo que éste de que el ego es solamente una idea y no un hecho.
3. Tu propio estado mental es un buen ejemplo de cómo fue inventado el ego. 2Cuando repudiaste el conocimiento fue como si jamás lo hubieses tenido. 3Esto es tan evidente que basta con que lo reconozcas para constatar que eso es lo que en realidad ocurre. 4Y si eso ocurre en el presente, ¿por qué habría de sorprenderte que hubiese ocurrido en el pasado? 5Asombrarnos ante lo inusual es una reacción comprensible, pero asombrarnos ante algo que ocurre con tanta frecuencia no lo es en absoluto. 6No olvides, no obstante, que la mente no tiene por qué operar así, aunque así es como opera ahora.           
4.         Piensa en el amor que los animales sienten por sus crías y en la necesidad que sienten de protegerlas. 2Eso se debe a que las consideran parte de sí mismos: 3Nadie repudia lo que considera parte de sí mismo. 4La manera en que reaccionas ante tu ego es similar a como Dios reacciona ante Sus creaciones con amor; con protec­ción y con caridad, 5Tus reacciones ante el yo que inventaste no son sorprendentes. 6De hecho, son muy similares a la forma en que algún día reaccionarás ante tus creaciones reales, las cuales son tan eternas como tú. 7No es cuestión, por lo tanto; de cómo reaccionas ante el ego, sino de lo que crees ser. 8Creer es una función del ego, y mientras tu origen siga sujeto a interpretaciones lo seguirás viendo desde el punto de vista del ego. 9Cuando el aprendizaje deje de ser necesario, simplemente conocerás a Dios. 10La creencia de que hay otra forma de percibir es la idea más sublime de que es capaz el pensamiento del ego. 11Ello se debe a que dicha idea reconoce, aunque sea mínimamente, que el ego no es el Ser.
5. Socavar el sistema de pensamiento del ego no puede sino perci­birse como un proceso doloroso, aunque no hay nada que esté más lejos de la verdad. 2Los bebés gritan de rabia cuando se les quita un cuchillo o unas tijeras; a pesar de que, si no se hiciese, podrían lastimarse. 3En este sentido todavía eres un bebé. 4No tienes una idea clara de lo que es el verdadero instinto de conser­vación, y probablemente decidirás que necesitas precisamente lo que más daño te haría. 5Sin embargo, tanto si lo reconoces ahora como si no, has acordado cooperar en el empeño por llegar a ser inofensivo y servicial, atributos éstos que son necesariamente inseparables. 6Incluso las actitudes que tienes a ese respecto son necesariamente conflictivas, puesto que todas las actitudes están basadas en el ego. 7Esto, sin embargo; no perdurará. 8Ten pacien­cia mientras tanto, y recuerda que el desenlace es tan seguro como Dios.
6.         Sólo aquellos que tienen una sensación real y duradera de abundancia pueden ser verdaderamente caritativos. 2Esto resulta obvio cuando consideras lo que realmente quiere decir ser carita­tivo. 3Para el ego dar cualquier cosa significa tener que privarse de ella. 4Cuando asocias el acto de dar con el sacrificio, das solamente porque crees que de alguna forma vas a obtener algo mejor, y puedes, por lo tanto, prescindir de la cosa que das. 5"Dar para obtener" es una ley ineludible del ego, que siempre se evalúa a sí mismo en función de otros egos. 6Por lo tanto; está siempre obsesionado con la idea de la escasez, que es la creencia que le dio origen. 7Su percepción de otros egos como entes reales no es más que un intento de convencerse a sí mismo, de que él es real. 8El "amor, propio", desde el punto de vista del ego, no significa otra cosa que el ego se ha engañado a sí mismo creyendo que es real, y, por lo tanto, está temporalmente menos inclinado a saquear. 9Ese “amor propio" es siempre vulnerable a la tensión, término éste que se refiere a cualquier cosa que él perciba como una amenaza a su existencia.
7. El ego vive literalmente a base de comparaciones. 2La igualdad es algo que está más allá de lo que puede entender y, por lo tanto, le es imposible ser caritativo. 3Lo que el ego da nunca emana de una sensación de abundancia porque él fue engendrado precisa­mente como un sustituto de ésta. 4Por eso es por lo que el concepto de "obtener" surgió en su sistema de pensamiento. 5Los apetitos son mecanismos para "obtener" que representan la nece­sidad del ego de ratificarse a sí mismo. 6Esto es cierto tanto en el caso de los apetitos corporales como en el de las llamadas "necesi­dades más elevadas del ego". 7El origen de los apetitos corporales no es físico. 8El ego considera al cuerpo como su hogar, y trata de satisfacerse a sí mismo a través de él. 9Pero la idea de que eso es posible es una decisión de la mente, que está completamente con­fundida acerca de lo que realmente es posible.
8.         El ego cree que tiene que valerse por sí mismo para todo, lo cual no es más que otra forma de describir cómo cree que él mismo se originó. 2Es éste un estado de tanto temor que lo único que puede hacer es dirigirse a otros egos y tratar de unirse a ellos en un débil intento de identificarse con ellos, o atacarlos en una demostración -igualmente débil- de fuerza. 3No es libre, no obs­tante, de poner en tela de juicio la premisa que da lugar a todo eso, pues esa premisa es su base. 4El ego es la creencia de la mente según la cual tiene que valerse completamente por sí misma. 5Los incesantes esfuerzos del ego por ganar el reconocimiento del espíritu y establecer así su propia existencia; son inútiles. 6El espíritu en su conocimiento no es consciente del ego. 7No lo ataca, simple­mente no lo puede concebir en absoluto. 8Aunque el ego tampoco se percata del espíritu, se percibe a sí mismo rechazado por algo más grande que él. 9Por eso es por lo que el amor propio, tal como el ego lo concibe, no puede por menos que ser ilusorio. 10Las crea­ciones de Dios no crean mitos, si bien el esfuerzo creativo se puede trocar en mitología. 11Esto puede suceder, sin embargo, sólo bajo una condición: lo que fabrica deja de ser creativo. 12Los mitos pertenecen exclusivamente al ámbito de la percepción, y las for­mas que adoptan son tan ambiguas y su naturaleza está tan mar­cada por la dicotomía entre el bien y el mal, que ni siquiera el más benévolo de ellos está exento de connotaciones aterradoras.
9.  Los mitos y la magia están íntimamente relacionados, ya que los mitos generalmente tienen que ver con el origen del ego; y la magia, con los poderes que el ego se atribuye, a sí mismo. 2Los sistemas mitológicos incluyen, por lo general; alguna descripción de "la creación", y la conectan con su forma particular de magia. 3La llamada "lucha por la supervivencia" no es más que la lucha del ego por prolongar su propia existencia, así como la interpre­tación que ha hecho con respecto a su comienzo. 4Este comienzo casi siempre se asocia con el nacimiento físico, ya que resulta difícil sostener que el ego existía antes de ese momento. 5Los más "religiosos" de los mitos basados en el ego, puede que postulen que el alma existía antes y que seguirá existiendo después de un lapso temporal de vida en el ego. 6Algunos postulan incluso que el alma será castigada por este lapso. 7La salvación, no obstante, no es aplicable al espíritu, pues éste no está en peligro y; por lo tanto, no tiene que ser rescatado.
10.       La salvación no es otra. cosa que "mentalidad recta", que aun­que no es la Mentalidad-Uno del Espíritu Santo, se debe alcanzar antes de que la Mentalidad-Uno pueda ser reinstaurada. 2La mentalidad recta conduce automáticamente al siguiente paso, ya que la percepción correcta está completamente exenta de cual­quier forma de ataque, y, por lo tanto, la mentalidad errada desa­parece. 3El ego no puede sobrevivir sin hacer juicios, y, por consiguiente, se le abandona. 4La mente tiene entonces una sola dirección por la que avanzar. 5La dirección que sigue es siempre automática, pues no puede sino acatar los dictados del sistema de pensamiento al que se adhiere.
11.       No se puede hacer demasiado hincapié en el hecho de que corregir la percepción es simplemente un expediente temporal. 2Dicha corrección es necesaria únicamente porque la percepción falsa es un obstáculo para el conocimiento, mientras que la per­cepción fidedigna es un trampolín hacia él. 3El valor de la percep­ción correcta reside en la conclusión inevitable de que toda percepción es innecesaria. 4Esto elimina el obstáculo por com­pleto. 5Te preguntarás cómo puede ser posible esto mientras parezca que vives en este mundo. 6Esa es una pregunta razonable. 7No obstante, tienes que asegurarte de que realmente la entiendes. 8¿Quién es el "tú" que vive en este mundo? 9El espíritu es inmor­tal, y la inmortalidad es un estado permanente. 10El espíritu es tan verdadero ahora como siempre lo fue y lo será siempre, ya que no entraña cambios de ninguna clase. 11No es un continuo, ni se puede entender tampoco comparándolo con un opuesto. 12El conocimiento nunca admite comparaciones. 13En eso estriba su diferencia principal con respecto a cualquier otra cosa que la mente pueda comprender.

III. Amor sin conflicto

1.         Es difícil entender lo que realmente quiere decir "El Reino de los Cielos está dentro de ti". 2Ello se debe a que no es comprensi­ble para el ego, que lo interpreta como si algo que está afuera estuviese adentro; lo cual no tiene sentido. 3La palabra "adentro" es innecesaria. 4Tú eres el Reino de los Cielos. 5¿Qué otra cosa sino a ti creó el Creador?, y ¿qué otra cosa sino tú es Su Reino? 6Éste es el mensaje de la Expiación, mensaje que, en su totalidad, trans­ciende la suma de sus partes. 7Tú también tienes un Reino que tu espíritu creó. 8Éste no ha dejado de crear como consecuencia de las ilusiones del ego. 9Tus creaciones no son huérfanas, de la misma manera en que tú tampoco lo eres. 10Tu ego y tu espíritu nunca serán co-creadores, pero tu espíritu y tu Creador lo serán siempre. 11Ten por seguro que tus creaciones están tan a salvo como tú.

12El Reino está perfectamente unido y perfectamente
protegido, y el ego no prevalecerá contra él. 13Amén.

2.         Esto se ha escrito en forma de oración porque así puede serte más útil en momentos de tentación. 2Es una declaración de inde­pendencia. 3La encontrarás muy provechosa si la entiendes cabal­mente. 4El que necesites mi ayuda se debe a que has negado a tu propio Guía, y, por consiguiente, necesitas ser guiado. 5Mi papel consiste en separar lo falso de lo verdadero, para que la verdad pueda traspasar las barreras que el ego ha erigido y así brillar en tu mente. 6El ego no puede imperar en contra de nuestra fuerza conjunta.
3. Es seguro que a estas alturas resulta evidente por qué el ego considera que el espíritu es su "enemigo". 2El ego surgió como resultado de la separación, y la continuidad de su existencia de­pende de que tú sigas creyendo en la separación. 3El ego tiene que ofrecerte algún tipo de recompensa para que sigas abrigando esta creencia. 4Lo único que puede ofrecerte es una sensación de exis­tencia temporal que se origina con su propio comienzo y termina con su propio final. 5Te dice que esa vida es tu existencia porque es la suya propia. 6Frente a ésta sensación de existencia temporal, el espíritu te ofrece el conocimiento de la permanencia y de la inmutabilidad del estado de ser. 7Nadie que haya experimentado la revelación de esto puede volver a creer completamente en el ego otra vez. 8¿Cómo iba a poder imperar su miserable oferta por encima del glorioso regalo que Dios te hace?
4. Tú que te identificas con el ego no puedes creer que Dios te ame. 2No amas lo que hiciste, y lo que hiciste no te ama a ti. 3El ego, que fue engendrado como resultado de tú haber negado al Padre, no le guarda lealtad a su hacedor. 4No puedes ni imagi­narte la relación real que existe entre Dios y Sus creaciones debido al odio que le tienes al ser que fabricaste. 5Proyectas sobre el ego tu decisión de estar separado, y esto entra en conflicto con el amor que, por ser su hacedor, sientes por él. 6No hay amor en este mundo que esté exento de esta ambivalencia, y puesto que ningún ego ha experimentado amor sin ambivalencia, el amor es un con­cepto que está más allá de su entendimiento. 7El amor aflorará de inmediato en cualquier mente que de verdad lo desee, pero tiene que desearlo de verdad. 8Esto quiere decir desearlo sin ninguna ambivalencia, y esta forma de desear está completamente despro­vista de la "compulsión de obtener" del ego.
5.         Existe una clase de experiencia tan diferente de todo lo que el ego pudiera ofrecerte que nunca más querrás volver a encubrirla u ocultarla. 2Es necesario repetir que tu creencia en la oscuridad y en la ocultación es la razón de que la luz no pueda pasar. 3La Biblia hace referencia frecuentemente a los inconmensurables dones que te aguardan, pero que tienes que pedir. 4Ésta no es una condición como las que el ego establece, 5sino que es la gloriosa condición de lo que tú eres.
6.         Ninguna fuerza excepto tu propia voluntad es lo suficiente­mente fuerte o digna como para poder guiarte. 2En esto eres tan libre como Dios, y así será eternamente. 3Pidámosle al Padre en mi nombre que te mantenga consciente de Su Amor por ti y del tuyo por Él. 4Él nunca ha dejado de responder a este ruego, pues lo único que éste pide es lo que Su Voluntad ya ha dispuesto. 5Quienes piden sinceramente siempre reciben respuesta. 6No debes anteponer otros dioses a Él porque no hay otros dioses.
7.         Nunca se te ha ocurrido realmente renunciar a todas las ideas que jamás hayas tenido que se oponen al conocimiento. 2Conser­vas miles de retazos de temor que le impiden la entrada al Santísimo. 3La luz no puede filtrarse a través de los muros que levantas para obstruir su paso, y nunca estará dispuesta a destruir lo que tú has hecho. 4Nadie puede ver a través de un muro, pero yo puedo transponerlo. 5Mantente alerta contra los retazos de miedo que aún conservas en tu mente o,  de lo contrario, no podrás pedirme que lo transponga. 6Sólo puedo ayudarte tal como nues­tro Padre nos creó. 7Te amaré, te honraré y respetaré absoluta­mente lo que has hecho, pero no lo apoyaré a menos que sea verdad. 8Nunca te abandonaré tal como Dios tampoco te abando­nará, pero tengo que esperar, mientras tú continúes eligiendo abandonarte a ti mismo. 9Debido a que espero con amor y no con impaciencia, es indudable que me pedirás con sinceridad que lo transponga. 10Vendré en respuesta a toda llamada inequívoca.
8. Examina detenidamente qué es lo que estás realmente pidiendo. 2Sé muy honesto contigo mismo al respecto, pues no debemos ocultarnos nada el uno al otro. 3Si realmente tratas de hacer esto, habrás dado el primer paso en el proceso de preparar a tu mente a fin de que el Santísimo pueda entrar en ella. 4Nos prepararemos para ello juntos, pues una vez que Él haya llegado, estarás listo para ayudarme a preparar otras mentes a que estén listas para Él. 5¿Hasta cuándo vas a seguir negándole Su Reino?
9.         En tu propia mente, aunque negada por el ego, se encuentra la declaración que te hará libre: 2Dios te ha dado todo. 3Este simple hecho significa que el ego no existe, y esto le atemoriza mortal­mente. 4En el lenguaje del ego, "tener" y "ser" significan dos cosas distintas, si bien para el Espíritu Santo son exactamente lo mismo. 5El Espíritu Santo sabe que lo "tienes" todo y que lo "eres" todo. 6Cualquier distinción al respecto es significativa solamente cuando la idea de "obtener", que implica carencia, ha sido previa­mente aceptada. 7Por eso es por lo que no hacemos ninguna dis­tinción entre tener el Reino de Dios y ser el Reino de Dios.
10. Al sereno ser del Reino de Dios, del que eres perfectamente consciente cuando estás en tu sano juicio, se le expulsa sin mira­mientos de aquella parte de la mente que el ego rige. 2El ego está desesperado porque se enfrenta a un contrincante literalmente invencible, tanto si estás dormido como si estás despierto. 3Observa cuánta vigilancia has estado dispuesto a ejercer para proteger a tu ego, y cuán poca para proteger a tu mente recta. 4¿Quién, sino un loco, se empeñaría en creer lo que no es cierto, y en defender después esa creencia a expensas de la verdad?

IV. Esto no tiene por qué ser así
1.         Si no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla. 2Pero que sí escuchas a la voz de tu ego lo demues­tran tus actitudes, tus sentimientos y tu comportamiento. 3No obstante, eso es lo que quieres. 4Eso es por lo que luchas y lo que procuras proteger manteniéndote alerta. 5Tu mente está repleta de estratagemas para hacer quedar bien al ego, pero no buscas la faz de Cristo. 6El espejo en el que el ego trata de ver su rostro es ciertamente tenebroso. 7¿De qué otra manera, sino con espejos, podría seguir manteniendo la falsedad de su existencia? 8Con todo, dónde buscas para encontrarte a ti mismo depende de ti.
2. He dicho que no puedes cambiar de mentalidad modificando tu conducta, mas he dicho también, y en muchas ocasiones, que puedes cambiar de mentalidad. 2Cuando tu estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto es así siempre que no te sientes contento, reconoce entonces que ello no tiene por qué ser así. 3En cada caso, has pensado mal acerca de algún hermano que Dios creó, y estás percibiendo imágenes que tu ego forja en un espejo tenebroso. 4Examina honestamente qué es lo que has pensado que Dios no habría pensado, y qué no has pensado que Dios habría querido que pensases. 5Examina honestamente tanto lo que has hecho como lo que has dejado sin hacer, y cambia entonces de mentalidad para que así puedas pensar con la Mente de Dios. 6Esto puede parecer difícil, pero es mucho más fácil que intentar pensar al revés de como piensa Él. 7Tu mente y la de Dios son una. 8Negar esto y pensar de otra manera ha conser­vado a tu ego intacto, pero ha dividido literalmente a tu mente. 9Como hermano que te ama, tu mente es de suma importancia para mí, y te exhorto a seguir mi ejemplo cuando te contemples a ti mismo y cuando contemples a tu hermano, y a que veas en ambos las gloriosas creaciones de un Padre glorioso.
3. Cuando te sientas triste, reconoce que eso no tiene por qué ser así. 2Las depresiones proceden de una sensación de que careces de algo que deseas y no tienes. 3Recuerda que no careces de nada, excepto si así lo decides, y decide entonces de otra manera.
4. Cuando sientas ansiedad, date cuenta de que la ansiedad pro­cede de los caprichos del ego. aReconoce que eso no tiene por qué ser así. 2Puedes estar tan alerta contra los dictados del ego como en su favor.
5. Cuando te sientas culpable, recuerda que el ego ciertamente ha violado las leyes de Dios, pero no. 2Los "pecados" del ego déjamelos a mí. 3Ése es el propósito de la Expiación. 4Pero hasta que no cambies de parecer con respecto a aquellos a quienes tu ego ha herido, la Expiación no podrá liberarte. 5Si te sigues sintiendo culpable es porque tu ego sigue al mando, ya que sólo el ego puede experimentar culpabilidad. 6Eso no tiene por qué ser así.
6. Vigila tu mente contra las tentaciones del ego, y no te dejes engañar por él. 2No tiene nada que ofrecerte. 3Cuando hayas abandonado ese des-ánimo voluntario, verás como tu mente puede concentrarse, trascender toda fatiga y sanar. 4No obstante, no te mantienes lo suficientemente alerta contra las exigencias del ego como para poder librarte de ellas. 5Eso no tiene por qué ser así.
7. El hábito de colaborar con Dios y Sus creaciones se adquiere fácilmente si te niegas diligentemente a dejar que tu mente diva­gue. 2No se trata de un problema de falta de concentración, sino de la creencia de que nadie, incluido tú, es digno de un esfuerzo continuo. 3Ponte de mi parte sistemáticamente contra este engaño, y no permitas que esa desafortunada creencia te retrase. 4Los des­corazonados no pueden ayudarse a sí mismos ni me pueden ayu­dar a mí. aSin embargo, sólo el ego puede sentirse descorazonado.
8. ¿Te has detenido a pensar seriamente en las muchas oportuni­dades qué has tenido de regocijarte y en cuántas has dejado pasar? 2El poder de un Hijo de Dios es ilimitado, pero él puede restringir la expresión de su poder tanto como quiera. 3Tu mente y la mía pueden unirse para desvanecer con su luz a tu ego, liberando la fuerza de Dios para que reverbere en todo lo que hagas o pienses. 4No te conformes con menos, y niégate a aceptar como tu objetivo nada que no sea eso. 5Vigila tu mente con sumo cuidado contra cualquier creencia que se interponga en el logro de tu obje­tivo, y recházala. 6Juzga por tus sentimientos cuán bien has hecho esto, pues ése es el único uso acertado del juicio. 7Los juicios, al igual que cualquier otra defensa, se pueden utilizar para atacar o para proteger, para herir o para sanar. 8Al ego se le debe llevar a juicio y allí declararlo inexistente. 9Sin tu lealtad, protección y amor, el ego no puede existir. 10Deja que sea juzgado imparcial­mente y no podrás por menos que retirarle tu lealtad, tu protec­ción y tu amor.
9. Eres un espejo de la verdad, en el que Dios Mismo brilla en perfecta luz. 2Al tenebroso espejo del ego no tienes sino que decirle: "No voy a mirar ahí porque sé que esas imágenes no son verdad". 3Deja entonces que el Santísimo brille sobre ti en paz, sabiendo que así y sólo así es como debe ser. 4Su Mente resplandeció sobre ti en tu creación y le dio existencia a tu mente. 5Su Mente resplandece todavía sobre ti y no puede sino resplandecer a tra­vés de ti. 6Tu ego no puede impedir que Dios resplandezca sobre ti, pero sí puede impedirte que le dejes resplandecer a través de ti.
10. El Primer Advenimiento de Cristo no es más que otro nombre para la creación, pues Cristo es el Hijo de Dios. 2El Segundo Adve­nimiento de Cristo no significa otra cosa que el fin del dominio del ego y la curación de la mente. 3Al igual que tú, fui creado en el primero, y te he llamado para que te unas a mí en el segundo. 4Estoy a cargo del Segundo Advenimiento,            mi juicio, que se usa solamente como protección, no puede ser erróneo porque nunca ataca. 5El tuyo puede estar tan distorsionado que hasta creas que me equivoqué al escogerte. 6Te aseguro que eso es un error de tu ego. 7No lo confundas con humildad. 8Tu ego está tratando de convencerte de que él es real y de que yo no lo soy, ya que si yo soy real, no puedo ser más real que tú. 9Ese conocimiento -y te aseguro yo que es conocimiento- significa que Cristo ha venido a tu mente y la ha sanado.
11.     Yo no ataco a tu ego. 2Trato con tu mente superior -la morada del Espíritu Santo- tanto si estás dormido como si estás des­pierto, al igual como tu ego trata con tu mente inferior, que es su hogar. 3Me mantengo alerta por ti con respecto a esto porque tú estás tan confundido que te resulta imposible reconocer tu propia esperanza. 4No estoy equivocado. 5Tu mente optará por unirse a la mía, y juntos somos invencibles. 6Tu y tu hermano os uniréis final­mente en mi nombre, y vuestra cordura os será restaurada. 7Resu­cité a los muertos porque sabía que la vida era un atributo eterno de todo lo que el Dios viviente creó. 8¿Por qué crees que habría de ser más difícil para mí inspirar a los des-animados o estabilizar lo inestable? 9Yo no creo que haya grados de dificultad en los mila­gros; tú sí. 10Te he llamado y tú responderás. 11Yo comprendo que los milagros son acontecimientos naturales porque son expresio­nes de amor. 12El que yo te llame es tan natural como el que tú me respondas, e igualmente inevitable.

V. La ilusión del ego-cuerpo
1. Todas las cosas obran conjuntamente para el bien. 2En esto no hay excepciones, salvo a juicio del ego. 3El ego se mantiene extre­madamente alerta con respecto a lo que permite llegar hasta la conciencia, y ésa no es la manera en que una mente equilibrada se mantiene ecuánime. 4El desequilibrio del ego se acentúa aún más porque mantiene su motivación principal oculta de tu con­ciencia, y hace que el control predomine sobre la cordura. 5El ego tiene todas las razones del mundo para hacer esto, de acuerdo con el sistema de pensamiento que le dio origen y al que sirve. 6Puesto que el sano juicio juzgaría irrevocablemente contra él, el ego lo tiene que eliminar en aras de su propia supervivencia.
2. Una de las causas principales del estado de desequilibrio del ego es su falta de discernimiento entre lo que es el cuerpo y lo que son los Pensamientos de Dios. 2Los Pensamientos de Dios son inaceptables para el ego porque apuntan claramente al hecho de que él no existe. 3El ego, por lo tanto, los distorsiona o se niega a aceptarlos. 4Pero no puede hacer que dejen de existir. 5El ego, por consiguiente, trata de ocultar no sólo los impulsos "inacepta­bles" del cuerpo, sino también los Pensamientos de Dios, ya que ambos suponen una amenaza para él. 6Dado que lo que básica­mente le preocupa es su propia supervivencia ante cualquier amenaza, el ego los percibe a ambos como si fueran lo mismo. 7Y al percibirlos así, evita ser aniquilado, como de seguro lo sería en presencia del conocimiento.
3. Cualquier sistema de pensamiento que confunda a Dios con el cuerpo no puede por menos que ser demente. 2Sin embargo, esa confusión es esencial para el ego, que juzga únicamente en fun­ción de lo que supone o no una amenaza para él. 3En cierto sen­tido su temor a Dios es cuando menos lógico, puesto que la idea de Dios hace que el ego se desvanezca. 4Pero que le tenga miedo al cuerpo, con el que se identifica tan íntimamente, no tiene nin­gún sentido.
4. El cuerpo es el hogar que el ego ha elegido para sí. 2Ésta es la única identificación con la que se siente seguro, ya que la vulnera­bilidad del cuerpo es su mejor argumento de que tú no puedes proceder de Dios. 3Ésta es la creencia que el ego apoya ferviente­mente. 4Sin embargo, odia al cuerpo porque no lo considera lo suficientemente bueno como para ser su hogar. 5En este punto es donde la mente queda definitivamente. aturdida. 6Habiéndole dicho el ego que ella es realmente parte del cuerpo y que el cuerpo es su protector, también le dice que el cuerpo no puede protegerla. 7Por consiguiente, la mente inquiere: "¿Dónde puedo encontrar protección?", a lo que el ego responde: "En mí". 8La mente, y no sin razón, le recuerda al ego que él mismo ha insistido que con lo que ella se tiene que identificar es con el cuerpo, de modo que no tiene objeto recurrir a él para obtener protección. 9El ego no dis­pone de una respuesta plausible para esto, puesto que no la hay, pero sí dispone de una solución típica: 10eliminar la pregunta de la conciencia. 11Una vez fuera de la conciencia la pregunta puede producir desasosiego, y de hecho lo produce, pero no puede ser contestada porque no puede ser planteada.
5. Ésta es la pregunta que debes hacerte: "¿Adónde debo acudir en busca de protección?" 2”Busca y hallarás" no significa que tengas que buscar ciega y desesperadamente algo que no podrías reconocer. 3La búsqueda que tiene sentido se emprende consciente­mente, se organiza conscientemente y se dirige conscientemente. 4El objetivo debe formularse claramente y luego tenerse siempre presente. 5Aprender y querer aprender son inseparables. 6Te resulta más fácil aprender cuando crees que lo que estás tratando de aprender tiene valor para ti. 7Ahora bien, no todo lo que tal vez quieras aprender tiene valor duradero. 8En realidad, muchas de las cosas que quieres aprender tal vez las hayas escogido precisa­mente porque su valor es efímero
6.  El ego cree que es una ventaja no comprometerse con nada que sea eterno, ya que lo eterno sólo puede proceder de Dios. 2La eternalidad es la única función que el ego ha tratado de desarrollar, si bien ha fracasado repetidamente. 3El ego transige con la cuestión de lo eterno, al igual que con todas las cuestiones que de algún modo tienen que ver con la verdadera pregunta, la cual espera encubrir y mantener fuera de la conciencia ocupándose de asuntos marginales. 4La tendencia típica del ego de estar continuamente ocupado con nimiedades tiene como objeto apoyar ese propósito. 5Uno de sus ardides favoritos para obstaculizar el aprendizaje es embarcarse en problemas diseñados de tal manera que su resolución sea imposible. 6La pregunta que nunca formulan quienes se embarcan en tales maniobras dilatorias es: "¿Para qué?" 7Esa es la pregunta que tú tienes que aprender a plantear en relación con todo. 8¿Qué propósito tiene esto? 9Sea cual fuere, dirigirá tus esfuerzos automáticamente. 10Cuando tomas una decisión con respecto a un propósito, tomas una decisión con respecto a los esfuerzos que vas a llevar a cabo en el futuro. 11Y esta decisión permanecerá en vigor a menos que cambies de parecer.

VI. Las recompensas de Dios
1. El ego no reconoce el verdadero origen de la "amenaza", y si tú te identificas con el ego, no entenderás la situación tal como es. 2Lo único que le confiere al ego poder sobre ti es la lealtad que le guardas. 3Me he referido al ego como si fuera una entidad sepa­rada que actúa por su cuenta. 4Esto ha sido necesario para persuadirte de que no puedes descartarlo a la ligera y de que tienes que darte cuenta de cuán extensa es la parte de tu pensamiento que él controla. 5Sin embargo, no nos podemos detener ahí, pues, de lo contrario, no podrías sino pensar que mientras estés aquí, o mientras creas estar aquí, estarás en conflicto. 6El ego no es más que una parte de lo que crees acerca de ti. 7Tu otra vida ha conti­nuado sin ninguna interrupción, y ha sido, y será siempre, com­pletamente inmune a tus intentos de disociarte de ella.
2. En el proceso de aprender a escapar de las ilusiones, es impres­cindible que nunca te olvides de la deuda que tienes con tu her­mano. 2 Es la misma deuda que tienes conmigo. 3 Cuando actúas egoístamente con otro, repudias la gracia que esta deuda te ofrece y la percepción santa que produciría. 4La palabra "santa" puede usarse aquí porque a medida que aprendes cuán endeudado estás con toda la Filiación, la cual me incluye a mí, te aproximas tanto al conocimiento como la percepción lo permite. 5La brecha que entonces queda es tan diminuta que el conocimiento puede sal­varla y eliminarla para siempre.
3. Todavía tienes muy poca confianza en mí, pero ésta aumentará a medida que recurras más y más a mí -en vez de a tu ego- en busca de consejo. 2Los resultados te irán convenciendo cada vez más de que ésta es la única elección cuerda que puedes hacer. 3Nadie que aprenda por experiencia propia que cierta elección le brinda paz y alegría, mientras que otra le precipita al caos y al desastre tiene más necesidad de persuasión. 4Es más eficaz apren­der a base de recompensas que a base de dolor porque el dolor es una ilusión del ego y no puede producir más que un efecto tem­poral. 5Las recompensas de Dios, en cambio, se reconocen inmediatamente como eternas. 6Puesto que este reconocimiento lo haces tú y no el ego, el reconocimiento mismo establece que tú y el ego no podéis ser lo mismo. 7Tal vez creas que ya has aceptado esto, pero aún no estás convencido de ello en absoluto. 8Prueba de ello es el hecho de que crees que debes escaparte del ego. 9Sin embargo, no puedes escaparte de él humillándolo; controlándolo o castigándolo.
4. El ego y el espíritu no se conocen. 2Sólo mediante la disociación puede la mente separada mantener vigente la separación. 3Una vez que ha hecho esto, niega todos los impulsos verdadera­mente naturales, no porque el ego sea una cosa separada, sino porque quieres creer que tú lo eres. 4El ego es un mecanismo para seguir albergando esta creencia, pero sigue siendo únicamente tu decisión de usar tal mecanismo lo que lo perpetúa.
5. ¿Cómo puedes enseñarle a alguien el valor de algo que él mismo ha desechado deliberadamente? 2Tiene que haberlo dese­chado porque no le atribuyó ningún valor. 3Lo único que puedes hacer es mostrarle cuánta infelicidad le causa su ausencia e írselo acercando lentamente para que pueda ver cómo mengua su infor­tunio según él se aproxima a ello. 4Esto le enseña a asociar su infelicidad con la ausencia de lo que desechó, y lo opuesto a la infelicidad con su presencia. 5Comenzará a desearlo gradualmente a medida que cambie de parecer con respecto a su valor. 6Te estoy enseñando a que asocies la infelicidad con el ego y la felicidad con el espíritu. 7Tú te has enseñado a ti mismo lo contrario. 8Sigues siendo libre de elegir, mas a la vista de las recompensas de Dios, ¿puedes realmente desear las recompensas del ego?
6. De momento, la confianza que yo tengo en ti es mayor que la que tú tienes en mí, pero no siempre será así. 2Tu misión es muy simple. 3Se te pide que vivas de tal forma que demuestre que no eres un ego, y yo no me equivoco al elegir los canales de Dios. 4El Santísimo comparte mi confianza, y acepta mis decisiones con respecto a la Expiación porque mi voluntad nunca está en desa­cuerdo con la Suya. 5Dije anteriormente que yo estoy a cargo de la Expiación. 6Esto es así debido únicamente a que completé mi papel en ella como hombre, y ahora puedo completarla a través de otros. 7Los canales que he elegido no pueden fallar porque les prestaré mi fortaleza mientras la suya sea insuficiente.
7. Iré contigo al Santísimo, y mediante mi percepción Él podrá salvar la diminuta brecha. 2Tu gratitud hacia tu hermano es la única ofrenda que quiero. 3Yo se la llevaré a Dios por ti, sabiendo que conocer a tu hermano es conocer a Dios. 4Si le estás agradecido a tu hermano, le estarás agradecido a Dios por lo que El creó. 5Mediante tu gratitud podrás llegar a conocer a tu hermano, y un momento de verdadero reconocimiento convierte a todo el mundo en tu hermano porque cada uno de ellos es Hijo de tu Padre. 6El amor no conquista todas las cosas, pero sí las pone en su debido lugar. 7Puesto que tú eres el Reino de Dios te puedo conducir de vuelta a tus propias creaciones. 9Ahora no las recono­ces, pero aquello de lo cual te has disociado aún se encuentra ahí.
8. A medida que te acercas a un hermano te acercas a mí, y a medida que te alejas de él, la distancia entre tú y yo aumenta. 2La salvación es "una empresa de colaboración. 3No la pueden emprender con éxito aquellos que se desvinculan de la Filiación porque al hacer eso se desvinculan de mí. 4Dios acudirá a ti sólo en la medida en que se Lo ofrezcas a tus hermanos. 5Aprende primero de ellos, y estarás listo para oír a Dios. 6Eso se debe a que el Amor sólo tiene una función.

VII. Creación y comunicación
1.  Está claro que si bien el contenido de cualquier ilusión particu­lar del ego es irrelevante, su corrección es más útil dentro de un contexto específico. 2Las ilusiones del ego son muy concretas aun­que la mente es naturalmente abstracta. 3Parte de la mente, no obstante, se vuelve concreta al dividirse. 4La parte concreta cree en el ego porque el ego depende de lo concreto. 5El ego es aquella parte de la mente que cree que lo que define tu existencia es la separación.
2. Lo único que el ego percibe es un todo separado, desprovisto de las relaciones que presupone el estado de ser. 2El ego, por lo tanto, está en contra de la comunicación, excepto cuando se utiliza para establecer separación en vez de para abolirla. 3El sistema de comunicación del ego se basa en su propio sistema de pensa­miento, al igual que todo lo demás que él impone. 4Su comunica­ción está controlada por la necesidad que tiene de protegerse, e interrumpirá la comunicación siempre que se sienta amenazado. 5Esta interrupción es una reacción hacia una o varias personas determinadas. 6El carácter específico de la manera de pensar del ego da lugar, entonces, a generalizaciones falsas que no son real­mente abstractas en absoluto. 7El ego simplemente responde, de ciertas formas específicas, a todo lo que percibe como relacionado.
3. El espíritu, en cambio, reacciona de la misma manera a todo lo que sabe que es verdadero, y no responde en absoluto a nada más. 2Tampoco hace ningún esfuerzo por establecer lo que es verdad. Él sabe que lo único que es verdad es lo que Dios creó. 4El espí­ritu está en completa y directa comunicación con todos los aspec­tos de la creación, debido a que está en completa y directa comunicación con su Creador. 5Esta comunicación es la Voluntad de Dios. 6Creación y comunicación son sinónimos. 7Dios creó a cada mente comunicándole Su Mente, y estableciéndola así para siempre como un canal para Su Mente y Su Voluntad. 8Puesto que sólo los seres que pertenecen a un mismo orden pueden real­mente comunicarse, Sus creaciones se comunican naturalmente con Él y como Él. 9Esta comunicación es perfectamente abstracta, ya que su aplicación es de una calidad universal y no está sujeta a ningún juicio, excepción o alteración. 10Dios te creó mediante esta comunicación y para ella. 11La mente puede distorsionar su propia función, pero no puede atribuirse a sí misma funciones que no le fueron dadas. 12Por eso es por lo que la mente no puede perder del todo la capacidad de comunicarse, aun cuando puede negarse a utilizarla en favor del estado de ser.
4. Tanto la existencia como el estado de ser se basan en la comuni­cación. 2La existencia, sin embargo, es específica en cuanto a qué, cómo y con quién vale la pena entablar comunicación. 3El estado de ser carece por completo de estas distinciones. 4Es un estado en el que la mente está en comunicación con todo lo que es real. 5En la medida en que permitas que ese estado se vea coartado, en esa misma medida estarás limitando la idea que tienes acerca de tu propia realidad, la cual se vuelve total únicamente cuando reco­noces a toda la realidad en el glorioso contexto de la verdadera relación que tiene contigo. 6Ésa es tu realidad. 7No la profanes ni la rechaces. 8Es tu verdadero hogar, tu verdadero templo y tu ver­dadero Ser.
5. Dios, que abarca todo lo que existe, creó seres que lo tienen todo individualmente, pero que quieren compartirlo para así incrementar su gozo. 2Nada real puede incrementarse excepto compartiéndolo. 3Por eso es por lo que Dios te creó a ti. 4La Abs­tracción Divina se deleita compartiendo. 5Eso es lo que significa la creación. 6Las preguntas "¿qué?"; "¿cómo?" y "¿con quién?" son irrelevantes toda vez que la verdadera creación lo da todo, ya que sólo puede crear a semejanza propia. 7Recuerda que la diferencia que hay entre tener y ser en la existencia, en el Reino no existe. 8En el estado de ser la mente siempre lo da todo.
6. La Biblia afirma repetidamente que debes alabar a Dios. 2Esto no quiere decir que debas decirle cuán maravilloso es. 3Dios no tiene un ego con el que aceptar tal alabanza, ni percepción con qué juzgarla. 4Pero a menos que desempeñes el papel que te corresponde en la creación, Su gozo no será total porque el tuyo no lo es. 5Y Él ciertamente sabe esto. 6Lo sabe en Su Propio Ser y en la experiencia que Su Ser tiene de la experiencia del Hijo. 7El constante fluir de Su Amor se obstruye cuando Sus canales están cerrados, y se siente solo cuando las mentes que Él creó no se comunican plenamente con Él.
7. Dios ha salvaguardado tu reino, pero no puede compartir Su gozo contigo hasta que no conozcas el reino con toda tu mente. 2La revelación no es suficiente porque es una comunicación de Dios hacia ti solamente. 3Dios no tiene necesidad de que se le devuelva la revelación, lo cual sería claramente imposible, pero sí desea que se transmita a otros. 4Esto no se puede hacer con la revelación en sí, pues su contenido no puede ser expresado debido a que es algo sumamente personal para la mente que lo recibe. 5No obstante, dicha mente la puede extender a otras men­tes, mediante las actitudes generadas por la sabiduría que se deriva de la revelación.

8. Dios es alabado cada vez que una mente aprende a ser comple­tamente servicial. 2Esto, sin embargo, es imposible, a menos que también aprenda a ser completamente inofensiva, pues ambas creencias tienen que coexistir. 3Los que son verdaderamente servi­ciales son a su vez invulnerables porque no protegen a sus egos, y, por lo tanto, nada puede hacerles daño. 4Su espíritu servicial es la manera en que alaban a Dios, y Él les devolverá las alabanzas que le hagan porque ellos son como Él, y pueden regocijarse juntos. 5Dios se extiende hasta ellos y a través de ellos, y cunde una gran alegría por todo el Reino. 6Cada mente que ha sido transformada contribuye a aumentar esta alegría al estar individualmente dis­puesta a compartirla. 7Los verdaderamente serviciales son los obradores de milagros de Dios, a quienes yo dirijo hasta que este­mos todos unidos en el júbilo del Reino. 8Yo te dirigiré allí donde puedas ser verdaderamente servicial, y a quien pueda seguir mi dirección a través de ti.

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